Un estudio pionero sobre la llamada medicina defensiva, aquella consistente en el empleo de métodos diagnósticos y tereapéuticos cuyo principal fin no es el bienestar del paciente sino evitar que el médico sea demandado judicialmente o administrativamente, concluye que casi el 90% de los médicos de urgencias admiten que prescriben pruebas de más ante el miedo a las reclamaciones. Son pruebas de dudosa utilidad y que, según alertó este martes en la presentación del estudio la Organización Médical Colegial y otras sociedades de especialistas, pueden poner en riesgo al enfermo.

Además, el 63% de los doctores consultados reconoce que alarga de forma innecesaria los tiempos de estancia en las urgencias, lo que no siempre contribuye al bienestar del paciente y además colapsa, junto con el abuso de las pruebas diagnósticas, los servicios sanitarios.

Estos percepción disminuye cuando se pregunta al médico sobre su propia práctica profesional y no la de sus compañeros. Aún así hasta un 62,4% de los encuestados reconocieron que hacen pruebas diagnósticas de las que podrían prescindir.

Los facultativos lamentan, además, la falta de respaldo ente un conflicto legal por parte de las estructuras hospitalarias, lo que contrasta con un respaldo de los médicos del servicio.

Hasta un 86% de los médicos señalan que no se tienen los conocimientos médico-legales suficientes para afrontar este tipo de situaciones.