En la naturaleza, los animales rara vez sobreviven más allá de su etapa fértil. Las únicas excepciones a esta ley natural son las orcas, los narvales, las ballenas piloto, las belugas y, claro está, los humanos. En estos casos, las hembras no viven tan solo más allá de la menopausia, sino que siguen siendo imprescindibles para su entorno. La biología evolutiva ha intentado explicar este fenómeno con la teoría conocida como hipótesis de la abuela, según la cual la longevidad de estas hembras se debe a cómo contribuyen al desarrollo de las familias y su bienestar.

La revista Current Biology publicó ayer un nuevos estudios que respaldan esta teoría. Un estudio liderado por la Universidad de Bishop (Canadá) ha investigado los datos demográficos de los primeros asentamientos franceses en Quebec (Canadá) de los siglos XVII y XVIII. El análisis de estos datos mostró cómo las abuelas se volvieron imprescindibles para la supervivencia del núcleo familiar. En aquellos hogares donde las abuelas estaban vivas y se mantenían cerca de sus nietos, las familias no solo eran más grandes, sino que los nietos sobrevivían en mayor porcentaje que en aquellas familias sin abuelas.

El otro estudio se traslada a la Finlandia preindustrial. Investigadores de la Universidad de Turku (Finlandia) han descubierto que la presencia de las abuelas entre el año 1731 y el 1890 fue en un elemento esencial en la supervivencia de los nietos.