El escándalo de las monjas que denuncian abusos perpetrados contra ellas por parte de sacerdotes se agrava. En un inesperado comunicado, el Vaticano informó ayer de la dimisión de Herman Geissler, un sacerdote austriaco y oficial de la Congregación de la Doctrina de la Fe que ha sido acusado de haber agredido sexualmente a una religiosa. La decisión se ha tomado «para limitar el daño ya acarreado» a la Iglesia, según precisó la Santa Sede, que subrayó al mismo tiempo que Geissler se declara inocente.

Él [Geissler] ha reiterado que dicha acusación no es cierta y ha pedido que continúe el proceso canónico ya iniciado», informó el Vaticano. Por ello, el sacerdote hizo saber que se ha reservado la posibilidad de emprender «eventuales medidas de carácter legal» en defensa de su honor.

Asimismo, el Vaticano precisó que la medida fue decidida un día después de que, el lunes, Geissler presentara su renuncia al jesuita español Luis Ladaria Ferrer, el actual prefecto (ministro) de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Una rapidez, esta, que refleja que el Vaticano pretende mostrar que se está tomando con especial seriedad un escándalo que, como reportó hace días EL PERIÓDICO, en los últimos meses se ha agigantado cada vez más, con decenas de nuevas denuncias de monjas y religiosas en países como Chile, Italia, Perú y la India.

Ni Geissler ni su acusadora, la exmonja Doris Wagner-Reisinger, son personajes de segundo plano. Geissler, de 53 años, era jefe de departamento de la Congregación de la Doctrina de la Fe, el ministerio vaticano encargado de luchar contra los abusos clericales. Wagner-Reisinger, una teóloga de 34 años de edad y nacionalidad alemana, se ha vuelto en los últimos meses una de las caras visibles del escándalo en su país.

En noviembre, en un evento promovido en Roma por la oenegé Voices of Faith, la mujer relató haber sido agredida sexualmente hace una década por Geissler, quien entonces era el superior del convento donde ella vivía. «Mi sensación es que están intentando evitar que lo peor ocurra», opinó Wagner-Reisinger, tras conocerse la noticia, en un mensaje trasmitido por Voices of Faith.

De acuerdo con su relato, Wagner-Reisinger, quien en la época de los hechos tenía 24 años e integraba una comunidad de consagrados llamada El trabajo, habría sufrido la agresión durante una confesión, según también confirmó posteriormente el portal de noticias religiosas La Croix International. El mismo medio precisó que, pese a que Geissler habría reconocido el abuso en el 2014, no fue destituido. Wagner-Reisinger, quien afirma haber denunciado el abuso aquel mismo año, también relató haber sufrido abusos psicológicos, como la prohibición de leer libros y hablar de asuntos personales con otras personas.

En esta línea, algunos observadores se han preguntado cómo un grupo católico modesto como El trabajo logró colocar a uno de sus integrantes (Geissler) en uno de los ministerios más importantes del Vaticano.