Hubo un tiempo en el que la industria del videojuego estaba enfocada prácticamente a los hombres. Ahora el panorama está cambiando. Según la Asociación Española de Videojuegos (AEVI), durante el 2015 había 15 millones de usuarios en España. El 47% eran mujeres. Pero, a pesar de ser casi la mitad, muchas admiten que han sido acosadas o boicoteadas en este terreno solo por su sexo.

Además, el porcentaje de usuarias se reduce al 10% cuando se habla de competidores en las ligas profesionales y solo el 5% de los programadores en esta industria son mujeres. Datos que demuestran el desequilibrio que aún existe y que aparecen en el documental Mujeres+Videojuegos. Su creadora, Marina Amores, es comunicadora audiovisual y la organizadora de Gaming Ladies, un encuentro solo para mujeres que tendrá lugar el jueves en Barcelona.

Inés Alcolea es responsable de comunicación en Digital Legends Entertainment, una empresa de shooters para móviles. Antes trabajó como community manager y fue responsable de prensa de Wizards of the Coast en España. Una carrera muy centrada en el ambiente de los videojuegos y «nerd». «Un ambiente que tradicionalmente está dominado por los chicos», dice.

«Yo he sufrido varios casos de acoso por representar un producto que en teoría siempre se ha visto para chicos tanto en las redes sociales como en contacto con prensa. Tenía que demostrar constantemente que sabía jugarlo y que, además, lo hacía desde hacía tiempo. Creo que es un sector al que aún le queda mucho por madurar y, sobre todo, por aceptar que una chica está en un puesto porque ha demostrado que vale para tal, no por su sexo o físico», afirma tajante.

Su empresa tiene uno de los porcentajes más altos de trabajadoras en el estudio. «Pero a pesar de que esta se esfuerce por que tus condiciones sean justas y te traten sin discriminación, los menosprecian tu trabajo y valía, poniéndote en duda muchas veces o incluso dando por sentado que pueden acosarte en tu vida privada para conseguir lo que quieren. A mí me han llegado a preguntar en entrevistas si juego a los juegos que represento o se ha dado por supuesto que soy lesbiana», asegura.

Mar Antón es la fundadora de la web Todas Gamers, un sitio que al principio iba a ser un blog personal, un espacio entre amigas para hablar de videojuegos. Pero, casi sin querer, creó el lugar que miles de personas esperaban. El éxito fue tal que ahora cuenta con más de 70 redactoras y reciben unas 30.000 visitas únicas al mes. 80.000 en total. Ella empezó a jugar con 5 años. Pero al presentarse como mujer empezó a sufrir un acoso «muy bestia» que derivó en ansiedad. Con 31 años, reconoce que todavía no es capaz de jugar en la red.

Su mano derecha en este proyecto, Helena Domínguez, dice que el acoso se vive de forma distinta según seas profesional o jugadora, pero tiene claro que todas, en mayor o menor medida, lo han sufrido.

«Va desde que no te quieran comprar una consola cuando eres pequeña, porque es de chicos, al acoso masivo a desarrolladoras y a periodistas», explica. Ella no es la excepción. «Estuve siete años jugando a juegos online casi a diario, y aunque no es algo que te pase todos los días, es habitual. Cuando saben que eres mujer siempre hay comentarios o hacen de menos tu habilidad de jugar, así como el típico ‘vuélvete a la cocina’», dice.

Que casi la mitad de las jugadoras sean mujeres pero haya tan pocas profesionales en campos como la programación parte también de este acoso. «A nivel profesional hay menos mujeres porque es más duro. Como jugadora siempre puedes dejarlo, pero si te dedicas profesionalmente a ello es mucho más complicado. Tienes que aguantar y no todo el mundo puede estar al pie de cañón todos los días», afirna helena Domínguez.

La visibilidad es para ellas la clave. «He visto en las redes sociales una foto de los primeros graduados del Grado en Videojuegos en Barcelona. Salían tres mujeres y una era una profesora. Si te pones en la mente de una chavala de 16 o 17 años, al ver eso se echará para atrás», dice. Otra de las soluciones pasaría por cambiar las reglas del juego. «El campo de los videojuegos es muy nuevo y las normas no han estado claras. Todo se ha montado muy sobre la marcha», dice Antón. Tanto ella como Domínguez consideran que las propias webs y compañías deberían reprender los comentarios sexistas y vender un producto destinado para todos, hombres y mujeres.