Ada Colau anunció ayer que deja de ser portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca después de cinco años, los que tiene de existencia el colectivo. Como su principal portavoz y como una de sus fundadoras, Colau deja un legado cuantificable: la PAH ha logrado en su lustro de vida paralizar 1.135 desahucios. Naturalmente, no todos los detuvo ella. Pero fue quien empezó y quien contribuyó a un cambio de paradigma: en poco tiempo la gente dejó de pensar que quien no pagaba la hipoteca era un incumplidor para cuestionar el papel de los bancos y la Administración en la firma masiva de compromisos que dejaban a la ciudadanía entre la espada y la pared en caso de dificultad. Y llegó la dificultad.

El cambio de paradigma que logró esta activista se apreció rápido en los desalojos: la comisión judicial que los ejecuta pronto empezó a pasar de largo cuando llegaba a la dirección indicada y topaba con la gente de la PAH con sus camisetas verdes.

Colau ha sido la única cara visible del movimiento social más exitoso en décadas. Aunque el grupo huye de los liderazgos, nadie niega que gran parte de la clave de todo responde a que Colau no le ha dado vergüenza alguna erigirse en líder, como mínimo mediática, y recorrer las televisiones, apoyándose incluso en la telebasura, como recuerda en su carta de despedida, para difundir el mensaje de la plataforma. Colau escribió a las plataformas una extensa carta de despedida en la que explica su adiós pero no da detalles de futuro, más allá de descartar un "fichaje individual" por un partido político. Tiempo atrás fue tentada por ICV y la CUP y dijo no. Sin embargo, todos ayer pensaban cómo participará en el futuro en la política, porque todos dan por hecho que lo hará.

En su despedida, da a entender que no descarta participar en el ámbito político, con el fin de reformarlo: "Habrá que impulsar otros espacios de confluencia donde unir fuerzas para cambiar las reglas del juego, pero cuando esas confluencias tengan una expresión electoral, habrá que recordar que la PAH como movimiento no puede vincularse a ninguna candidatura". En definitiva, este espacio que tendrá expresión electoral parece dibujarse como una opción de futuro de Colau, sea junto con otros compañeros de la PAH, con la monja Teresa Forcades y el economista Arcadi Oliveres, o sin ellos. Colau es críptica, pero deja claro en su misiva que algo hará: "No voy a dejar la PAH, pero quiero hacer las cosas bien. Siento que ha llegado el momento de tomar algo de distancia, tanto por mí como por el propio movimiento".

La activista, que ayer no quiso hacer declaraciones, repasa en su carta el rechazo y el cariño recibidos. Explica que ha sufrido "amenazas", sobre todo después de que la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, la acusara de apoyar a grupos proetarras. Sobre las muestras de apoyo dice haberlas recibido "hasta en los últimos rincones del país". Colau se dio a conocer cuando se debatió en el Congreso la dación en pago. Su imagen, gritando en la tribuna de invitados, marcó la jornada. Ahora se despide del primer plano, pero nadie duda de que volverá a aparecer en escena.