Sus trenes tienen problemas para llegar a tiempo, pero el presidente de Virgin, Richard Branson, aspira a conquistar las galaxias. Con su habitual sentido del espectáculo, el imparable empresario británico presentó ayer en la Real Sociedad Aeronáutica de Londres un extraordinario proyecto de turismo. Virgin Galactic, que así se llama la empresa, pretende poner en órbita un servicio de vuelos espaciales a disposición de quienes quieran y puedan pagar 172.500 euros por dos o tres horas de emoción.

La experiencia consiste en alcanzar los confines de la atmósfera en una cápsula especial para cinco pasajeros volando a una altitud seis veces superior a la de los aviones comerciales. El tour requerirá que los participantes se sometan a tres días de entrenamiento e incluirá como plato fuerte cuatro minutos de ingravidez y unas vistas impresionantes. "Hemos hecho muchos estudios y pensamos que hay 3.000 personas interesadas en los próximos cinco años", dijo Branson, que ya se ha apuntado al viaje espacial inaugural, previsto para el 2007. "Si tenemos éxito, pensamos ampliarlo a vuelos orbitales y, quizá, abrir un hotel ahí arriba", afirmó el hombre de negocios, cuyo imperio abarca aviones, trenes, música, servicios financieros y hasta una fábrica de vodka.

De la odisea espacial, lo que existe de momento es un contrato firmado por Branson de 20 millones de euros, por una licencia durante 15 años, con la compañía estadounidense Mojave Aerospace Ventures, de la que es dueño Paul Allen, uno de los fundadores de Microsoft. La empresa es dueña de la tecnología de la primera nave espacial privada, SpaceShipOne , que hizo su vuelo inaugural el pasado mes de junio. El aparato pasó a la historia como el primer vehículo privado que alcanzó los confines de la atmósfera.

Apto para todos (con dinero)

Branson quiere construir cinco de estas naves, diseñadas por Burt Rutan. Los dos hombres se conocen desde hace tiempo, ya que Rutan ha colaborado en el diseño de otra locura de Branson, un avión, el Virgin Global Flyer, pensado para dar la vuelta al mundo sin escalas para repostar. Las naves espaciales serán más seguras de lo que fueron los primeros vuelos aéreos comerciales y no estarán limitadas a los jóvenes en excelente forma física.

Los analistas tienen serias dudas de que el proyecto resulte viable económicamente, aunque están de acuerdo en que técnicamente la empresa es factible. Claro que la tecnología más sofisticada no siempre es fiable. Ayer, precisamente, dos trenes de Virgin se estropearon cuando cubrían la jornada inaugural del nuevo servicio de alta velocidad, entre Londres y Glasgow. Los pasajeros llegaron con dos horas de retraso a su destino. El bochornoso debut no le amargó el día a Branson, que, rodeado de cámaras, andaba en la luna, soñando con su aventura espacial.