Tras varios días de lluvia y frío, por fin lució ayer el sol en Melilla. "Ellos saben que saltar ahora es más fácil. Tenemos que estar preparados, porque van a seguir entrando. A estos hombres no los para nadie". La advertencia parte del responsable de la gestión humana, social y logística de todos los hombres, mujeres y niños que alcanzan la primera etapa del tramo final de su largo sueño: llegar a Europa.

Carlos Montero Díaz dirige desde hace dos años el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla. Sobre su mesa de trabajo ya está diseñada la logística para acoger hasta a 2.000 inmigrantes, el máximo de usuarios que puede asumir esta instalación dependiente del Ministerio de Trabajo.

En el CETI constaban inscritos ayer 1.150 internos. Los últimos 112 llegaron a lo largo del lunes tras el último salto de la valla protagonizado por un grupo de medio millar de subsaharianos, en su mayoría de Mali. En varios despachos del centro, un grupo de trabajadoras sociales se encargaban de arrancar, una a una, y con infinita paciencia, las historias de estos jóvenes recién llegados: sus datos, cuándo salieron de sus casas, si fueron explotados por mafias en el camino...

LOS 'HERMANOS' MUERTOS Como el anterior centenar de inmigrantes que lograron entrar la semana pasada en Melilla, en ese caso originarios de Camerún, la mayoría de los subsaharianos han relatado que sabían que, superadas las vallas, ahora los guardias civiles no les iban a devolver a Marruecos.

Sabían que eso pasaba desde la muerte de sus hermanos en Ceuta. "Las noticias corren como la pólvora allí arriba", cuenta Montero. Se refiere al monte Gurugú, una montaña cercana a la frontera con Melilla en la que alrededor de 2.000 subsaharianos sobreviven escondidos, esperando el mejor momento para saltar la valla.

Y ese momento ha llegado. Hasta los campamentos del Gurugú seguro que también ha llegado ya la noticia con la nueva instrucción "verbal" que tienen los guardias civiles de Ceuta y Melilla de no utilizar pelotas de goma para disuadir a los inmigrantes cuando intenten entrar en las ciudades autónomas. La prohibición llega 20 días después de la tragedia en la playa ceutí del Tarajal, donde 15 inmigrantes fallecieron cuando intentaban llegar a nado desde Marruecos. La actuación de la Guardia Civil, que utilizó pelotas de goma, munición de fogueo y botes de humo cuando los subsaharianos nadaban exhaustos hacia la orilla, está siendo investigada por una jueza de Ceuta, y ha obligado a Interior a prohibir también las conocidas como devoluciones en caliente.

DISPUESTOS A PERDER LA VIDA Los inmigrantes que confían en poder saltar la valla saben que las cosas han cambiado en la frontera. Y aunque desde el Ministerio del Interior se insiste en que esta nueva situación está siendo "aprovechada" por "las mafias que dirigen los movimientos de estos inmigrantes", lo cierto es que los relatos de los que acaban de saltar la valla se corresponden con los de hombres desesperados y dispuestos a perder la vida por alcanzar Europa. Muchos de los malienses que ayer se recuperaban del esfuerzo del salto y algunos de las heridas sufridas contaban que no era la primera vez que cruzaban a España, pero que las veces anteriores les habían "devuelto" inmediatamente a Marruecos. Y en esas ocasiones no fueron identificados, ni las autoridades marroquís entregaron a las españolas un documento conforme se hacían cargo del inmigrante, como obliga el convenio bilateral hispano- marroquí de 1992.