Agadez, en el centro de Níger, es el gran carrefour (cruce de caminos) donde confluyen buena parte de los flujos migratorios que parten del África subsahariana en dirección al Mediterráneo. Por este punto neurálgico --y también primer peaje clandestino-- transitan continuamente los subsaharianos que pretenden alcanzar Argelia y subir así un peldaño en su camino hacia Europa.

Aunque en Agadez no suelen encontrar presión policial o militar, los inmigrantes procuran no permanecer demasiado tiempo en el lugar, ansiosos de adelantar lo máximo posible su llegada a Marruecos, la última puerta que se les interpondrá con el paraíso.

Una vez en el carrefour de Agadez, los subsaharianos empiezan a pasar por caja para comprar el derecho a "gueto" (como se conoce al cobijo) a las mafias que los tratan como una mercancía animal. Pagan a cambio de un trozo de suelo en los campamentos improvisados de Níger y para acceder a un plato de comida caliente. Las condiciones de vida en estos campamentos, donde suele imperar un asfixiante calor, son terriblemente duras. Las tragedias, con muertos por hambre y sed, se vienen repitiendo desde hace años.

El último episodio escalofriante conocido sucedió el pasado verano, cuando las redes de tráfico de personas abandonaron en mitad del desierto nigerino a un grupo de inmigrantes porque los dos camiones que los transportaban se averiaron. En total fueron 92 las víctimas, 52 de ellas niños. Sus cuerpos fueron hallados unas semanas después en avanzado estado de descomposición y varios habían sido devorados por bestias y chacales.