Summer Tyme se enteró de que uno de los actores con los que iba a rodar aparecía en la lista de los que estaban en cuarentena por haber trabajado con Darren James o Lara Roxx, los dos intérpretes de porno infectados con sida que han motivado un parón voluntario de dos meses en gran parte de la industria en EEUU. El actor fue reemplazado, pero ella llamó a la productora y anunció que sólo actuaría si las escenas se realizaban con protección. No la volvieron a llamar.

Su caso no es único. "Las películas logran distribución más rápido si los actores no llevan condones y ellos ganan más dinero si no se los ponen", afirma Sharon Mitchell, una antigua actriz porno que, tras doctorarse en sexualidad, creó la fundación AIM, donde se detectaron los casos de James y Loxx y se realizó la primera llamada al parón en la producción.

Mitchell, sin embargo, sabe que el riesgo no se ha puesto en cuarentena. "Se vive de traficar con carne, se va a seguir rodando clandestinamente", anuncia. Conoce "los agujeros de esta industria".

Uno de esos agujeros está en sitios como Brasil --donde se cree que se infectó James-- donde los actores pueden conseguir por menos de 10 euros resultados falsificados de pruebas del sida para convencer a los productores. Otro está en internet, un medio donde ni siquiera se aplican tantos controles voluntarios como en el cine industrial. Jason Sechrest, operador de la web JasonCurious.com, mostraba en Adult Video News su rechazo a la moratoria. "No creo que haya razón para detener la producción. Es absurdo pensar que parar por 60 días va a limpiar la industria del virus, como si esto no pudiera pasar otra vez".

Los actores son conscientes del riesgo. Aunque productores como Tyler Cash alegan que se debe seguir trabajando porque si no "habrá gente que empezará a perder sus apartamentos, a no poder pagar el alquiler", algunos actores están planteándose decisiones drásticas. "Ser un actor porno es ahora una actividad de alto riesgo", declaraba Mark Anthony, amigo personal de James. "Me estoy replanteando no volver a trabajar en frente de una cámara. Pensaba que en cierta forma era seguro, pero ahora siento que no lo es en ningún sitio: ni Los Angeles, ni Brasil, ni Europa, ni Japón..."..

La crisis puede relanzar la batalla para limitar y controlar el porno. Esa es la apuesta de la Administración de George Bush, que recientemente volvió a poner frente a la lucha contra la pornografía a uno de sus más firmes opositores, el abogado Bruce Taylor.

El freno del dinero

Sin embargo, la lucha está dificultada por los cuantiosos beneficios que deja la industria en las grandes corporaciones. Una investigación reciente de CBS mostró que el 50% de los clientes de los hoteles Hilton, Marriott, Hyatt, Sheraton y Holiday Inn compraron películas para adultos en sus habitaciones, aumentando en un 70% los beneficios. Comcast ---uno de los mayores proveedores de televisión por cable en EEUU-- ganó casi 50 millones de euros el 2003 con programación para adultos.