Cuando aún no se habían recuperado de las devastadoras consecuencias del huracán Irma, varias islas del Caribe, entre ellas Saint Martin y San Bartolomé, esperaban anoche, con la respiración contenida, la llegada del huracán Jose.

Es difícil imaginar que más se puede destruir cuando el 95% de la isla de Saint Martin, compartida por Holanda y Francia, ya está destruida. Jose tenía previsto pasar, esta madrugada, a 100 kilómetros al norte con una intensidad 4. Aquejadas de una vulnerabilidad extrema, la dos islas caribeñas deberán enfrentarse a olas de entre cinco y siete metros de altura, fuertes lluvias y ráfagas de viento de entre 130 y 150 kilómetros por hora, según el servicio de meteorología francés.

Durante la tregua entre Irma y Jose, los equipos de socorro aprovecharon para brindar asistencia alimentaria y sanitaria a los habitantes ante la previsión de que las conexiones aéreas y marítimas se suspendan de nuevo.

El comandante de la Marina holandesa Peter Jan de Vin, desplazado en la isla de Saint Martin, explicaba que la principal preocupación es que los cascotes provocados por los derrumbes de edificios y que aún no se habían podido recoger se volvieran «proyectiles» peligrosos impulsados por las fuertes rachas que traerá Jose. «Es ilusorio pensar que nos podemos preparar», reconocía Jan de Vin.

En el minúsculo aeropuerto de Grand-Case, la única puerta de salida de la isla en estos momentos, solo los habitantes más vulnerables, entre los que se encontraban ancianos, niños y mujeres embarazadas, estaban siendo evacuados a la próxima isla de Guadalupe.

En San Bartolomé, se vivieron momentos de tensión en el aeropuerto por los trabajos de evacuación. En medio del caos, la seguridad era difícil de garantizar. Muchos testimonios hablaban de comercios desvalijados. «La atmósfera es siniestra. Hay gente circulando con armas», declaró el comadante Jan de Vin, desplegado junto con su destacamento para mantener el orden en las calles.