Un equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge ha elaborado un estudio en el que desvelan que la eficiencia de las mascarillas radica más en el ajuste correcto a la cara de las mismas, que del material con el que estén fabricadas.

El trabajo, publicado en la revista 'PLosONE' y citado por Europa Press, analiza diferentes máscaras FFP2, KN95 o K95 (las más recomendadas), así como las quirúrgicas y distintas variedades de las producidas en tela. Tras analizar todos los aspectos, incluyendo las diferencias que se establecen entre unas y otras con los distintos rasgos faciales de las personas, han determinado que este aspecto también cuenta a la hora de ajustar. Existe mayor posibilidad de infección con una mascarilla FFP2 mal ajustada que con una de tela bien colocada.

Precisamente hoy entra en vigor la nueva normtiva sobre la comercialización y uso de mascarillas en España, una disposición del Gobierno (aprobada por la OMS) que busca fomentar la utilización de los sistemas de protección más adecuados, además de reglamentar la presencia de máscaras semitransparentes que permitan leer los labios.

El sellado es clave

Los investigadores del estudio británico esperan aumentar sus trabajos con una mayor muestra de personas para consolidar la teoría. "Sabemos que a menos que haya un buen sellado entre la máscara y la cara del usuario, muchos aerosoles y gotas se filtrarán por la parte superior y los lados de la mascarilla, como lo sabrán muchas personas que usan gafas. Queríamos evaluar cuantitativamente el nivel de ajuste ofrecido por varios tipos de máscaras y, lo más importante, evaluar la precisión de la implementación de comprobaciones de ajuste comparando los resultados de la comprobación de ajuste con los resultados de las pruebas de ajuste cuantitativas", ha señalado Eugenia O'Kelly del Departamento de Ingeniería de Cambridge.

Tras analizar los distintos modelos de cubrebocas, determinaron que las máscaras N95, que son un estándar similar a las máscaras FFP3 disponibles en el Reino Unido y el resto de Europa, ofrecieron grados de protección más altos que las otras categorías probadas. Sin embargo, la mayoría de las máscaras N95 (FFP2) no se ajustaron adecuadamente a los participantes en el ensayo.

Diferencias físicas

Se da la circunstancia de que cuando se ajustan correctamente, las máscaras FFP2 filtran más del 95% de las partículas en el aire, ofreciendo una protección superior. De no hacerlo, las máscaras de este tipo mal ajustadas solo eran comparables con las quirúrgicas o de tela.

La clave del ajuste radica, según los investigadores, en que el ancho de la pestaña de la máscara, el área del material que entra en contacto con la piel, pueden ser una característica que dificulte la adaptación. Para poder ajustarse a un mayor número de personas, las máscaras tienden a tener bridas más anchas y flexibles alrededor del borde. Si además se consideran las características físonómicas de las caras de las personas, que son distintas, es muy difícil establecer un estandard con este tipo de material de protección.

En este sentido, el de la apariencia fisica de cada uno, el estudio concluye que "ajustar la cara a la perfección es un desafío técnico difícil y, como mostró la investigación, pequeñas diferencias como una nariz un centímetro más ancha o mejillas ligeramente más llenas pueden hacer o deshacer el ajuste de una máscara".