El Centro de Solidaridad de Zaragoza-Proyecto Hombre (CSZ-PH) ha registrado en 2017 un aumento de las personas atendidas por problemas con el alcohol respecto al año anterior, un hecho que constata que estas bebidas pasan a ser la principal sustancia de consumo en el inicio de los tratamientos, seguido de la cocaína.

Esta ha sido una de las conclusiones a las que el CSZ-PH refleja en la Memoria de Actividades correspondientes a 2017, un documento que han presentado hoy el director de la Fundación, Jesús Sánchez; la presidenta del Comité Ejecutivo, Pilar Aznar, y el director de la Obra Social de Ibercaja, Juan Carlos Sánchez.

En total, la Fundación ha atendido a 1.825 personas entre usuarios y familias en los diferentes programas, un 10 por ciento más respecto a 2016, no obstante, el número de usuarios atendido en 2017, 1.231, es un cifra que se ha mantenido estable desde 2014, según ha indicado el director del CSZ-PH.

El consumo de alcohol también ha aumentado entre las mujeres, según ha asegurado Sánchez. En 2017, se atendieron en el Programa de Alcohol a 61 mujeres.

Muchas de las mujeres que han atendido en la Fundación "pertenecen a un grupo de personas que, en los años 90, se incorporaron a un mercado laboral precario y que, después de la crisis económica, se quedaron en paro", ha asegurado Sánchez quien ha explicado que a esta situación se suman otras como las rupturas sentimentales o las cargas familiares.

Desde la Fundación trabajan teniendo en cuenta la perspectiva de género, ya que el alcoholismo "se vive de forma diferente entre hombres y mujeres", ha dicho Sánchez.

En este sentido, el director del CSZ-PH ha advertido de que este problema en las mujeres "se vive en soledad, con culpabilidad por no atender sus responsabilidades familiares y, en la mayoría de los casos, está acompañado con procesos depresivos intensos".

Por otro lado, la Fundación ha atendido a 107 jóvenes de entre 14 y 28 años en diferentes situaciones de riesgo a través de numerosas intervenciones con ellos y sus familias. La mayoría de los inicios de tratamiento han sido por consumo de cánnabis o derivados.

De estos, un 77 por ciento fueron varones y un 23 por ciento mujeres.

En este punto, Sánchez ha señalado que el patrón de consumo de alcohol entre los jóvenes "suele responder a un carácter experimental", mientras que el consumo de tabaco "lo perciben con mayor riesgo que el consumo de cánnabis".

Asimismo, ha advertido de que las familias se alarman más cuando comprueban que sus hijos consumen cánnabis que alcohol, una "hipocresía" que revela que el alcohol está "más normalizado" que el hachís en la sociedad.

"No hay que olvidar que el alcoholismo es un grave problema social", ha recalcado el director de la Fundación, ya que está vinculado, no solo con el daño que la persona se hace a sí misma, sino también con el consumo de alcohol entre los jóvenes, con la violencia de género o con los accidentes de tráfico.

La estancia media de los usuarios en la unidad terapéutica residencial de la Fundación se sitúa en torno a los siete meses de permanencia.

Según ha asegurado Sánchez, este recurso residencial "hace mejorar físicamente a los pacientes, que se recuperan más rápidamente, y les permite tener un periodo de abstinencia total que es fundamental en una patología alcohólica".

Por último, el director de la Fundación ha subrayado la necesidad de atender el ámbito conyugal de los usuarios. En el Programa de Familias de 2017 han participado 544 familias, un incremento de un 65 por ciento respecto a 2016.

Asimismo, ha destacado la actuación del CSZ-PH en los centros penitenciarios de Zuera y Daroca, donde han atendido a 84 personas, y la labor de los voluntarios que defienden que es posible vivir de otro modo.