MUn anciano falleció en la madrugada de ayer y otro sufrió quemaduras en el 35% de su cuerpo al incendiarse la habitación que ambos compartían en la residencia geriátrica Sant Roc, situada en el número 23 de la avenida Maresme de Canet de Mar (Maresme). Todos los indicios apuntan a que la víctima, Rafael Pachón Casado, de 78 años y natural de Sevilla, se quedó dormido mientras fumaba el último cigarrillo del día y la colilla prendió el colchón.

El humo llenó rápidamente la estancia, explicaron. El fuego se inició hacia las 2.20 horas en la habitación 319, situada en la tercera planta del centro. Los bomberos llegaron pocos minutos después y gracias a su rapidez y a la eficacia de los sistemas de emergencia contra incendios, se impidió que las llamas arrasaran el resto de salas, que quedaron intactas.

TODOS EVACUADOS Aun así, 18 de los 20 residentes de la planta fueron trasladados por precaución, dada su avanzada edad y su delicado estado de salud, al Hospital Sant Jaume, de Calella, y al de Mataró, donde fueron dados de alta ayer. El compañero de habitación del fallecido, Francisco M. G., de 94 años y vecino de Canet, fue evacuado en estado crítico al Hospital de Vall d´Hebron, de Barcelona, con quemaduras en el 35% de su cuerpo.

Aunque su pronóstico es muy grave, no se teme por su vida, informó ayer el director general del Institut Catal d´Assist¨ncia i Serveis, Martí Masferrer, que aseguró que la residencia privada Sant Roc --que funciona desde 1996-- "tiene todas las licencias en regla y recientemente superó la inspección de todos los sistemas de seguridad".

PROHIBICION EXPLICITA El de ayer es el segundo accidente de estas características ocurrido en la comarca en los últimos dos meses. El director del geriátrico Sant Roc, Ferran Cañete, admitió ayer que el personal del centro tiene enormes dificultades para hacer cumplir la prohibición de fumar en las estancias.

"Todos saben que no se puede fumar en las habitaciones, pero lo hacen --explicó--. Es muy difícil controlar a las personas mayores que han fumado siempre".

La mayoría de los residentes se enteraron del incendio ayer por la mañana. Durante la noche, no se les molestó. Algunos reconocieron que el fallecido, que llegó a la residencia en diciembre del pasado año, era un fumador irrefrenable. "Ya le habían llamado la atención en varias ocasiones pero, no hacía caso --explicaron--. Tenía las sábanas de la cama agujereadas por culpa de los pitillos que fumaba allí y apagaba mal".

Hasta el geriátrico se desplazaron ayer familiares de los ancianos internos, alarmados por la noticia. Se fueron tranquilizando al comprobar que estaban bien. "Mi marido tiene Alzheimer y no se ha enterado de nada, aunque también estaba en la tercera planta --explicó Lola Castell , muy afectada--. Esto es una tragedia. Rafael era un buen hombre. Le encantaban las chocolatinas y, mira por donde, hoy le traía una bolsa".

Otros familiares, como Ana Espinar, esperaban aún al mediodía alguna noticia de sus familiares: "Esta mañana me han dicho que mi hermano estaba bien, pero nadie me ha dicho que lo iban a llevar al hospital", comentaba.