La legendaria gesta de Douglas Mawson, el geólogo que realizó el primer estudio completo de la Antártida, no tendrá de momento una segunda parte. Setenta y cuatro científicos, turistas y tripulantes que viajaban en el buque ruso Akadémik Shokálskiy con la intención de repetir el itinerario del aventurero australiano permanecen desde Nochebuena atrapados en un mar de hielo de tres metros de grosor a la espera de que los puedan rescatar.

Una suerte que no tuvo Mawson, único superviviente de un viaje en trineos y con perros en 1912 que quería alcanzar el polo magnético del continente y que se convirtió en una pesadilla que ha pasado a la historia como "uno de los peores viajes humanos", en palabras de sir Edmund Hillary, el primer hollador occidental del Everest.

Las condiciones del barco ruso, sin embargo, son bastante mejores que las de hace un siglo. Científicos, turistas y tripulantes, que partieron de Nueva Zelanda el pasado 28 de noviembre, no corren peligro y tienen provisiones --alimentos frescos y deshidratados-- para las próximas cuatro semanas. Aunque el tiempo, un imponderable entre los hielos antárticos, de momento no acompaña y frustra el plan para sacar a los 52 científicos y turistas en grupos de 12 mediante un helicóptero, mientras que los tripulantes rusos prevén quedarse en la nave hasta que puedan desencallarla.

"El tiempo es sorprendentemente templado aquí (...) pero hay mucha humedad, mucho viento y la visibilidad es realmente escasa", declaró el portavoz de la expedición, Alvin Stone, a la radio australiana ABC el pasado lunes.

El encargado de la operación de rescate es el helicóptero del rompehielos chino Xue Long (Dragón de hielo), después de que otro rompehielos, el australiano Aurora Australis, desistiera de intentar un rescate por mar remolcando el barco atrapado. El Akadémik Shokálskiy está inmovilizado unos 2.778 kilómetros al sur de Hobart (Australia) y cerca de la base francesa Dumont d'Urville, en el sureste de la Antártida.

El navío, construido en Finlandia en 1982, emitió una llamada de socorro en Navidad y desde entonces el mal tiempo ha frustrado todos los intentos de rescate. "Es peligroso volar con el helicóptero en estas condiciones y desafortunadamente no sabemos cuándo será posible", declaró ayer Lisa Martin, de la Autoridad de Seguridad Marítima Australiana.

Cócteles y clases de salsa

Mientras, los expedicionarios matan el tiempo colgando vídeos y enviando mensajes en las redes sociales. Según la bióloga chilena Alicia Guerrero, la espera para ser rescatados "saca lo mejor de cada uno", y añadió que "jamás" imaginó que impartiría una clase de baile de salsa a sus colegas, que también pasan el tiempo con prácticas de yoga, dibujo y actividades como hacer cócteles y empanadas.

La expedición del barco ruso, dirigida por el experto australiano en cambio climático Chris Turney, pretendía contrastar los datos que recopiló Mawson en su maltrecha expedición con estadísticas actuales para determinar cómo ha cambiado la situación en 100 años. Algunos medios han criticado la aventura, sobre todo por el elevado coste del rescate.