Confesó el secuestro de Laura Luelmo, pero aseguró que no pudo violarla. Los resultados de la autopsia practicada a la profesora de 26 años han revelado que su asesino, Bernardo Montoya, miente. Los peritos que han examinado el cadáver de la mujer han encontrado restos biológicos del detenido en el cuerpo de la víctima, según ha confirmado EL PERIÓDICO, lo que demuestra que la agredió sexualmente.

Además, el cadáver de Laura presentaba serios daños en la cabeza, posiblemente debido a varios golpes propinados con una o varias piedras. La autopsia señala como causa final de la muerte un último golpe muy fuerte en la frente.

Tras ser detenido este martes, Montoya negó ser el autor del crimen ante los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, pero finalmente reconoció haber asesinado a Laura, aunque ofreció una versión "poco creíble" para los investigadores, que han hallado restos biológicos de la joven en el Alfa Romeo en el que Montoya habría trasladado a la víctima hasta el barranco de Las Mimbreras donde encontraron su cuerpo. Los agentes también han hallado sangre en una manta que el detenido utilizó para envolver el cadáver, según su confesión.

El asesino de Laura asegura que se encontró con la joven el pasado 12 de diciembre en la calle Córdoba de la localidad onubense de El Campillo, donde ambos residían a escasos metros, y que Laura le pidió ayuda para encontrar un supermercado, un dato que se contradice con las informaciones recabadas por los agentes: Laura, que apenas llevaba nueve días en el pueblo, había comentado a su novio que se sentía observada por un vecino que resultó ser Bernardo Montoya, quien sacaba una silla a la puerta de su casa desde la que podía ver todos los movimientos de la joven, que se sentía inquieta.

UN CALLEJÓN SIN SALIDA

Según la versión ofrecida por Montoya, adelantada por Espejo Público, habría aprovechado ese encuentro para engañar a la mujer y llevarla hasta "un callejón sin salida" con el propósito de agredirla sexualmente: "En cuanto se alejó un poco yo corrí a por mi coche. Me monté y dando un rodeo llegué primero al callejón. Allí esperé a que llegara". Montoya relata así cómo agredió a Laura: "Sin decir palabra, la agarré y golpeé con violencia su cabeza contra el maletero de mi coche. Quedó inconsciente en el suelo. Tenía una cuerda en el vehículo y aproveché un trozo para atarle las manos a la espalda".

Luego, asegura, la envolvió con una manta y la trasladó en su coche hasta la zona donde finalmente la encontraron muerta. Montoya insiste ante los investigadores en que no la violó: "La desnudé de cintura para abajo y traté de violarla (...). Luego me asusté. La saqué del coche y la trasladé como pude hasta la zona de las jaras". Añade que cuando él se marchó, Laura todavía estaba viva.

Los resultados de la autopsia y las pesquisas de los investigadores ponen de manifiesto las mentiras y contradicciones en la confesión del asesino de Laura, que insiste en que no la tuvo retenida y que cometió el crimen el mismo día en que desapareció la mujer, pese a que el forense data su muerte entre el 14 y el 15 de diciembre, es decir, dos o tres días después de que se le perdiera el rastro.

VIS A VIS CON SU NOVIA

Como ya informó EL PERIÓDICO, el 14 de diciembre, el mismo día en que según el forense habría muerto Laura, Bernardo Montoya acudió a la prisión de Huelva para mantener un vis a vis con su novia, interna en ese penal. Según confirman fuentes penitenciarias, Montoya aparcó su coche junto a un contenedor en las proximidades de la cárcel, por lo que la Guardia Civil trata de averiguar si tiró allí alguna pertenencia de la víctima u otro objeto que pudiera incriminarle, pero las imágenes de las cámaras de seguridad del centro penitenciario no han confirmado este hecho.

Uno de los objetivos de los investigadores es encontrar el teléfono móvil de Laura. Durante su declaración, Bernardo Montoya señaló el lugar en el que lo habría arrojado, aunque según confirman fuentes de la investigación a EL PERIÓDICO, todavia no ha sido encontrado.

Tras su confesión, Montoya fue trasladado este miércoles desde la Comandancia de Huelva hasta su casa en El Campillo para realizar una inspección junto a los agentes de la Guardia Civil. Llegó hacia las 12:30 y abandonó el lugar casi dos horas después, ante decenas de vecinos que se congregaron allí para increparle al grito de "¡Asesino!" e incluso se saltaron el precinto policial para tratar de llegar hasta el detenido. En el interior de la casa, los agentes de la UCO y del servicio de criminalística buscaron pruebas que indiquen si antes acabar con su vida, el asesino de Laura Luelmo la llevó allí y la tuvo retenida contra su voluntad.