El conflicto en el este ucraniano se transformó en una crisis internacional después de que fuera derribado por un misil un avión de pasajeros de la compañía Malaysia Airlines que cubría la ruta Amsterdam-Kuala Lumpur con 298 personas a bordo. El aparato fue abatido cuando sobrevolaba el espacio aéreo de Ucrania oriental. El Gobierno y los responsables militares de Kiev y los rebeldes prorrusos intercambiaron una ristra de acusaciones sobre la responsabilidad del ataque, en el que no hubo supervivientes. La mayoría de las víctimas eran de nacionalidad holandesa. Por culpa de esta tragedia la presión sobre Vladimir Putin se incrementó, por su apoyo a los rebeldes prorrusos que causaron la catástrofe, y las sanciones sobre la economía se intensificaron.