Un jubilado de Barcelona de 71 años se armó el jueves de la semana pasada con una pistola de fogueo y atracó una oficina de CaixaBank. Lo hizo con la cara tapada, encañonando al empleado y mostrando una nota de papel en la que informaba de que aquello era un atraco.

Se marchó con 1.200 euros y dejando a cambio una fiambrera de plástico con un despertador que hacía tic-tac en el interior.

Nadie volvió a saber de él hasta cuatro días después, el lunes de esta semana, cuando se destapó como un ladrón insaciable.

En dos días asaltó cinco negocios, hasta que fue detenido por los Mossos d’Esquadra el martes al mediodía, cuando acababa de dar el último golpe. El lunes al mediodía entra a una farmacia con la cara descubierta. Tras amenazar al farmacéutico, se se lleva un botín de 200 euros. No coge todos los billetes, deja uno de 100 euros porque asegura que «es falso». Lo era. También lo era su pistola. A continuación se dirige a pie a otra farmacia ubicada. Allí lo reciben dos farmacéuticas que le dicen que entre las dos cajas registradoras solo hay 25 euros disponibles. Todos los clientes de esta mañana han pagado con tarjeta. Confía en ellas a regañadientes pero decide unir a su botín «una caja de viagra de 100 mg». El lunes atraca una tercera farmacia. El martes a las 8.45 horas entra en la oficina de CaixaBank situada justo enfrente de la sucursal en la que debutó el jueves 9 de febrero. Esta vez se asusta durante el asalto y lo aborta. No lejos de allí, atraca una perfumería.

La Policía, que lo buscaba a través de la imagen de una cámara de vigilancia, lo localiza en la calle y lo cachea. Le encuentra la pistola falsa y una pastilla de Viagra de 100 mg.