"El tiempo en esta parte de África siempre es malo ahora en época de lluvias, hay poca visibilidad y muchas tormentas. Las condiciones son bastante malas para volar". Son palabras del capitán Nacho Franco, del Ala 35 del Ejército del Aire, tras conseguir atravesar una terrible tormenta sobre Bamako el pasado 13 de julio a los mandos de un T-21.

El avión transportaba militares franceses de la operación Serval desde Dakar a la capital de Mali y a un grupo de periodistas que visitaban el destacamento militar español en Koulikoro. Tras hora y media de balanceo infernal a expensas de la tormenta, el capitán Franco encontró un hueco entre el bloque de nubes y atravesó la tormenta.

No fue el peor vuelo de los que ha hecho en el contexto de la operación Marfil en la que España participa desde Dakar, sobrevolando el Sahel en misiones de apoyo a la misión francesa. Las condiciones climatológicas son el mayor riesgo que asumen los pilotos militares españoles en la zona. Lo reconoce la capitán María Eugenia Torio, también del Ala 35, y que en el 2008 estuvo destinada en el Chad pilotando también un T-21 de carga.

"Es en esta época de lluvias cuando hay que tener mucho cuidado. Las nubes son muy verticales, alcanzan una gran altitud y no se pueden volar por encima. Hay que intentar bordearlas siempre", cuenta. La experiencia, traducida en horas de vuelo, es básica en esta zona. Y dejarse llevar por el sentido común.

El capitán Franco intentó bordear la tormenta, pero en la ruta se juntaron otras dos, lo que le llevó a plantearse si variaba el rumbo y regresaba a la base de Dakar, ante la ausencia de otro aeropuerto alternativo en el recorrido.

Tenía combustible y lo hubieran agradecido algunos de los militares franceses de operaciones especiales que trasladaba en el avión. "No se preocupe, este capitán es muy bueno. Tome esto y no lo suelte", le dijo un oficial español a un francés pálido de miedo, al que entregó una cinta de la virgen del Pilar.