Rainer Schimpf, un experto submarinista de 51 años que trabaja para un turoperador en Suráfrica desde hace 15 años, vivió hace unos días el momento más angustioso de su vida al ser tragado por una ballena mientras hacía una inmersión. Ocurrió a unos 40 kilómetros de la ciudad de Port Elizabeth, ubicada en la Provincia Oriental del Cabo.

El submarinista, según explicó después del milagroso suceso, estaba haciendo un seguimiento subacuático sobre la migración de las sardinas. En un momento dado se puso a hacer una foto a un tiburón y fue entonces cuando notó una gran presión en el cuerpo.

«Supe al instante lo que había pasado. Una ballena me había atrapado -explicó el sorprendido submarinista-. Por instinto, tomé aire, asumiendo que volvería a zambullirse y me escupiría en las profundidades del océano Índico», rememoró. Sin embargo, tuvo más suerte de lo que pensaba, ya que la ballena le escupió cerca de una playa y el submarinista no sufrió daños. «Fui un daño colateral -comentó Schimpf-. Estoy seguro de que fue tan aterrador para la ballena como para mí». Es más, este profesional del submarinismo está convencido de que todo respondió a un error del rorcual, puesto que las ballenas «no devoran hombres», aseguró el superviviente.