Una sentencia de separación --además de tres hijos y un rosario de recuerdos-- es lo que queda de los 16 años de matrimonio del golfista Severiano Ballesteros, de 47 años, y Carmen Botín, de 44 e hija del todopoderoso banquero. Según fuentes próximas a la familia, no compartirán estos días turrones y villancicos en su casa de Pedreña (Cantabria) por la sencilla razón de que llevan viviendo separados alrededor de tres meses y hace apenas 15 días que firmaron legalmente la defunción de su vida en pareja.

Hasta el momento, lo único que había trascendido eran rumores: que si la zozobra de la vida profesional de Ballesteros (no gana un torneo desde 1995) se había contagiado a la conyugal, que si se le ha visto con una joven de Pedreña, que si el mes pasado fue al torneo de golf benéfico del Real Madrid con su sobrino, Iván Ballesteros, y dos chicas de espectacularidad comentada...

JUNTOS EN LA ALMUDENA La última vez que se les vio juntos en público fue el pasado 22 de mayo en la Almudena, con motivo de la boda del Príncipe, cuando es de suponer que el matrimonio ya había pedido hora al abogado, para empezar a diseñar el reparto de su fortuna.

La separación de Ballesteros y Botín ha sido tan sigilosa como su boda. En 1988, se dieron el primer beso en público en el campo de golf de Pedreña, fundado por el abuelo de ella, Emilio Botín Sanz de Sautuola y López. Fue en ese green donde el golfista empezó su carrera haciendo de cadi por 80 pesetas, y donde conoció a su futura mujer dándole clases. Precisamente en ese campo Ballesteros también se ha granjeado últimamente críticas por su afición a entrenarse a las tres de la mañana los días de luna llena.

La pareja se casó en noviembre de 1988. "Verme con un deportista no era una idea atractiva para mis padres", admitió ella. Y tal fue el secretismo que impusieron al enlace que apenas invitaron a 20 personas al palacete del abuelo Botín. Luego, ella pidió al fotógrafo los únicos carretes que había de la boda y se los guardó en el traje de Ungaro, antes de poner rumbo al jet familiar. Se trasladaron al avión escondidos en la furgoneta de una floristería para evitar cualquier imagen.