Brasil registró 204 muertes por coronavirus durante las últimas 24 horas y rompió otra vez su récord diario. Por ahora se contabilizan 1532 fallecimientos, mientras que la cifra de infectados reconocidos por las autoridades sanitarias ascendió a 25.262. Pero esa cifra oficial es engañosa. El número de casos positivos superaría a las 313.000 personas, de acuerdo con un análisis de modelado numérico de la las universidades de Sao Paulo (USP) y Brasilia (UnB). El covid-19, que había alcanzado semanas atrás al entorno del presidente Jairno Bolsonaro, empieza a dejar sus marcas en otras altas esferas ejecutivas. Los gobernadores de Río de Janeiro, Wilson Witzel (PSC) y la nordestina Pará, Helder Barbalho (MDB), se encuentran entre los infectados. Witzel, tan ultraderechista como Bolsonaro pero enfrentado con el capitán retirado desde hace meses, encontró una razón más para reforzar la cuarentena: "tenía fiebre, dolor de garganta, pérdida del olfato y gracias a Dios me siento bien y continuaré trabajando aquí en el Palacio de Laranjeiras, manteniendo restricciones y recomendaciones médicas, y estoy seguro de que superaré más esta dificultad ", dijo a través de Twitter. "La enfermedad, como todos se dan cuenta, no elige a nadie y la infección es rápida", añadió.

Los gobernadores estaduales se han plantado frente al mandatario al defender el autoaislamiento social. Bolsonaro ha tratado por todos los medios de aligerarlo al punto de hablar de una "gripecita" para subestimar los hechos. La Asociación de Abogados de Brasil le ha pedido al Tribunal Supremo que obligue al presidente a respetar las decisiones de las autoridades estaduales y seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para enfrentar a la pandemia.

A la deriva

"Bolsonaro muestra todos los signos de ser un presidente plagado de innumerables patologías psíquicas, incluida la persecución sistemática y la envidia sin medida", señaló la revista Istoé, en relación a las disputas que tiene con los gobernadores y, en especial, con el ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, quien ha defendido la restricción de movimientos en las grandes ciudades. Bolsonaro, añade en su editorial, "se horroriza al ser contradicho", incluso "cuando la evidencia y la ciencia" se imponen a sus "conjeturas". Para Istoé "nadie sabe cuánto tiempo" el capitán retirado se mantendrá al frente del Ejecutivo. Brasil , aseguró, tiene un presidente "perdido en actitudes inexplicables y declaraciones sin fundamento", y que "ha perdido la noción de realidad y las condiciones mínimas para gobernar".

El ex presidente Fernando Henrique Cardoso tiene percepciones similares. A los 88 años, Cardoso observa azorado la política errática del Gobierno de ultraderecha. Bolsonaro, dijo, carece de liderazgo. "Da la impresión de que está un poco desorientado (....) La sensación que tenemos es que Brasil está a la deriva. La gente se siente así. Te sientes inseguro. Ya tenemos una fuerte razón para la inseguridad, que es el coronavirus, la posibilidad de una crisis económica como resultado y, además, tenemos un presidente que no sabe cómo gobernar. Esto es preocupante".