Un centenar de policías nacionales, guardias urbanos y voluntarios de Protección Civil con una unidad canina peinaron ayer infructuosamente, y por segundo día consecutivo, una extensa zona de la urbanización Boscos de Tarragona donde desapareció la noche del pasado 27 de febrero Aurora Mancebo Leiros, de 24 años. La batida comenzó en el lugar donde el miércoles un vecino encontró, esparcida por el suelo, toda la ropa que llevaba la joven cuando salió de su casa.

Se trata de un paraje abrupto, en el que proliferan espesos pinares, rotos por campos de cultivo con algarrobos, olivos y matorrales. "Nosotros confiamos en los perros porque si el cuerpo está por aquí lo localizarán", indicaba sudoroso un miembro de Protección Civil. Dolores, la madre de Aurora, permanecía en casa, a más de dos kilómetros de la montaña que pisaban las patrullas. Muy abatida, confesó que la espera la consumía: "Esto es una agonía, un suplicio, y no entiendo qué le puede haber pasado a mi hija". José Luis, el padre, temía lo peor y pedía que acabara la dolorosa incertidumbre.

Dolores quiso dejar claro que Aurora no era una enferma mental. Contó que hace siete años fue atacada brutalmente por la compañera de un chico con el que ella había salido y que aquello la traumatizó. "Estuvo 98 días de baja y sufrió una depresión que, gracias a los medicamentos y a su esfuerzo, consiguió superar", desveló.

Tras denunciar la agresión, recibieron llamadas insultantes y amenazas, por lo que tuvieron que cambiar el número del teléfono y dejaron de figurar en la guía. Aurora hacía poco tiempo que salía sola, porque desde aquel suceso la atenazaba el miedo.

Todo apunta a que el día 27 fue a sentarse a un pequeño parque cercano a su casa y se llevó una Biblia para leer un rato, pero sus padres dudan que llegase hasta el paraje donde ahora se realizan las batidas.