Bután se convirtió ayer en el primer país del mundo que prohíbe la venta de tabaco en todo el territorio y el consumo en cualquier lugar público, según informó ayer el diario Kuensel , el único rotativo que existe en este reino de 1,7 millones de habitantes, situado en el extremo oriental de la cordillera del Himalaya.

La nueva normativa, que fue aprobada el pasado julio por el Parlamento del país, establece multas que ascienden a 168 euros (unas 28.000 pesetas) para aquellos fumadores que vulneren la prohibición en el país. Esta suma es muy elevada para los habitantes de un estado empobrecido. Los fumadores que no puedan resistir la abstinencia podrán fumar en su casa, pero tendrán que buscarse el tabaco en el extranjero y pagar un impuesto del 100% de su valor cuando quieran traspasar la aduana de Bután.

La medida aprobada tiene como objetivo principal, según manifiesta el Gobierno, proteger la salud de los ciudadanos y también el medio ambiente, y no se espera que resulte muy problemática porque, según se desprende de las estadísticas, tan sólo fuma el 1% de la población.

CULTURA ANCESTRAL Este pequeño reino, que busca preservar su cultura ancestral, tiene una extensión de 47.000 kilómetros cuadrados (poco más que la superficie de Holanda) y se encuentra ubicado entre China e India, los dos gigantes asiáticos.

La población es mayoritariamente de religión budista. La televisión no entró en el país hasta 1999 y los teléfonos móviles empezaron a funcionar el año pasado. Todos los butaneses tienen la obligación de vestir el traje nacional y el acceso de turistas al país está muy restringido.