Unos 800 puntos extraños al fondo del río repartidos entre una longitud de 1,4 kilómetros y seis metros de profundidad, todo ello acotado en nueve cuadrículas. Ese es el trabajo que tienen por delante los doce buzos del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía que desde este lunes buscan en la dársena del Guadalquivir el cuerpo de Marta del Castillo, la adolescente asesinada por su exnovio en el 2009. Los padres de la joven, presentes en esta séptima búsqueda, confían en que por fin haya resultados y “acabe esta pesadilla”.

El trabajo de los buceadores será muy minucioso, dado que tienen que tantear con las manos los posibles bultos señalados por los radares de los dos barcos de la Armada que este fin de semana confeccionaron un mapa del lecho del río. Los datos arrojaron 800 elementos extraños, que podrían ser desde electrodomésticos viejos hasta basura o animales muertos.

Los agentes buscarán los posibles restos de Marta apoyados en el informe del Instituto de Medicina Legal sobre cuál sería el estado del cuerpo ocho años después y conservado en aguas sin corrientes. La zona donde se busca dista apenas 900 metros de la casa del asesino confeso y condenado por la muerte de la joven, Miguel Carcaño, aunque entonces solo se buscó aquí de manera superficial.

ESPERANZA

En estos años transcurridos desde la desaparición de Marta, las fuerzas de seguridad han realizado siete exhaustivas búsquedas, peinando el río, vertederos, fosas, zanjas o incluso descampados a las afueras de la ciudad. Siempre guiados por las distintas versiones de Carcaño y sus amigos, que quedaron absueltos en el juicio por el asesinato de la chica. Ahora, los padres confían en que ésta sea la definitiva, y han agradecido que se tenga en cuenta el informe de parte presentado junto a un periodista criminólogo y un geólogo con un georradar.

El documento, que el juzgado calificó no obstante de mera conjetura, se apoya en el testimonio de una enfermera que dijo haber visto la noche del 24 de enero del 2009 a tres personas encapuchadas portando una silla de ruedas con un bulto. Sin embargo su testimonio no salió a la luz, según ha reconocido, hasta el 2015. “Yo sí veo posibilidades de que esté aquí”, insistió su mujer, “la esperanza es lo último que se pierde”.