Mientras Notre Dame de París ardía durante la noche, bomberos, policías y agentes municipales formaron una cadena humana de 200 metros bajo las llamas para rescatar los tesoros de la catedral. Así pudieron ser salvados la corona de espinas, la túnica de San Luis, relicarios y pinturas. «Ha sido como si se transportara un corazón para un trasplante», describió el concejal de Cultura del Ayuntamiento, Christophe Girard.

Con la primera noticia del incendio, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se reunió con su equipo en su oficina del Ayuntamiento. Allí el jefe de los bomberos de París, elgeneral Gallet, les explicó que ante la imposibilidad de salvar la carpintería la prioridad sería «salvar las obras».

Los servicios del ayuntamiento, la policía, bomberos, arquitectos y conservadores del Louvre se organizaron en cuestión de minutos para salvar las obras clave. El personal de la catedral abrió una puerta y una detrás de otra, se fueron sacando las piezas. Fuera de la catedral, esperaban agentes municipales para alejarlas un centenar de metros del lugar. «La policía llevaba cruces, bomberos, enormes velas, pinturas», recuerda una fuente cercana a la alcaldesa. «Un momento mágico», añade. En tres camiones, los objetos fueron trasladados al Ayuntamiento. Unas horas más tarde, fueron llevados hasta el Louvre.