En la guerra de la Independencia, los gaditanos ya demostraron su coraje contra los franceses, y ahora, dos siglos después, la provincia vuelve a alzar su voz contra los galos. En esta ocasión, contra el Museo del Louvre. La Diputación quiere recuperar el denominado Bronce de Lascuta, uno de los documentos en latín más antiguos de la Península Ibérica localizado en 1866 en Alcalá de los Gazules. Un avispado ingeniero adquirió la pieza y consciente de su valor, la vendió al prestigioso museo donde se exhibe ahora sin pena ni gloria. «No se trata de abrir un conflicto diplomático, sino recuperar lo que es nuestro, porque se descubrió aquí», resume el alcalde de Alcalá, el socialista Javier Pizarro, impulsor de la moción de la Diputación, aprobada por unanimidad por todos los grupos políticos, que insta al Ministerio de Cultura y a la Junta de Andalucía a iniciar las acciones oportunas con Francia para recuperar si es posible la pieza.

La tablilla metálica, de apenas 25x14 centímetros es una de las primeras piezas que constatan la presencia romana en Cádiz. Escrito en latín arcaico y datado en el año 189 antes de Cristo, contiene un resumen de un decreto promulgado por el proconsul romano Lucio Emilio Paulo por el que se libera a los habitantes de la Torre Lascutana, ubicada en Alcalá de los Gazules, de la servidumbre a la que estaban sometidos por Asta Regia, ciudad situada muy cerca de Jerez, en la actual Mesas de Asta. Según los historiadores, se trata de un gesto de agradecimiento por la ayuda prestada para sofocar una rebelión contra el imperio romano por parte de un poblado rival, y que les permitió poseer la tierra que cultivaban en ese momento, pasando a depender en ese momento de Roma.

La placa, que aún conserva la anilla con la que se engarzaba, fue localizada en torno a los años 1866 y 1867. Algunas teorías hablan de que fue encontrada en los terrenos de una antigua mina y vendida por unos carboneros a un ingeniero polaco desplazado a nuestro país para realizar carreteras. Otras, que fue hallado durante unas obras en una iglesia parroquial y vendido al ingeniero, como atestigua un llamativo ingreso en las cuentas de la capilla.

En cualquier caso, lo que sí se sabe con certeza es que el ingeniero M. Ladislas Lazeski se hizo con el bronce y, consciente de su valor, en 1867, presentó la pieza a la Academia de las Inscripciones y Bellas Letras de Francia, según consta en sus archivos.

FONDOS DEL MUSEO

Un año después, en 1868, el Museo del Louvre se hace con la pieza y pasa a engrosar sus fondos. Ismael Almagro, historiador local, relata que curiosamente no fue hasta que a finales del siglo pasado los historiadores de la zona se pusieron en contacto con el museo para interesarse por esa pieza que el Louvre le dio cierto valor y decidió sacarla del almacén para exhibirla. Allí sigue, inventariada en el Departamento de Antigüedades Griegas y Romanas y expuesta en la Sala de los Bronces del Ala Sully, pasando desapercibida para los miles de visitantes que cada año recibe el museo. Los planes de Pizarro para el bronce de Lascuta pasa por exponerlo en la Torre del Homenaje, recientemente abierta al público, para darle contenido museístico a dicho espacio.