Los ingredientes perfectos para la expansión del fuego se han combinado estos días en buena parte del centro y el norte de Portugal, zonas de Galicia, sur de Asturias y extremo noroeste de Castilla y León: calor, baja humedad ambiental, vientos, un territorio escarpado y a veces de difícil acceso, una deficiente gestión de los bosques y, para mayor desgracia, la mano de los pirómanos. Lo que podrían haber sido simples conatos, incendios sin apenas recorrido, se han acabado convirtiendo en desastres de grandes dimensiones… y fuera de temporada.

En todas las zonas afectadas por el fuego, las condiciones meteorológicas rondaban en los días previos días el temido triple treinta (30 grados de temperatura, 30% de humedad ambiental y vientos superiores a los 30 kilómetros por hora), una situación más propia del mes de julio, pero lo peor de todo es que los bosques se encuentran exhaustos tras una temporada nefasta de lluvias. Según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), en el último año hidrológico, que concluyó el 30 de septiembre, llovió en Galicia y Asturias un 25% menos de lo que suele ser habitual, mientras que en el caso concreto del verano el déficit fue del 75%.

MENOS AGUA EN EL MIÑO

Como resultado, por ejemplo, basta comprobar que las reservas de agua en los embalses gallegos se encuentran actualmente en un inesperado 46% de su capacidad máxima (por debajo del 40% se llega a la fase de emergencia), que el Miño lleva un 46% menos de agua y que las pérdidas en la agricultura han sido muy cuantiosas. Hacía cinco años que no se sufría una situación similar. Ahora las esperanzas están puestas en el otoño, la estación tradicionalmente más húmeda en el noroeste peninsular, pero lo cierto es que las escasas precipitaciones acumuladas a lo largo de en septiembre y la primera mitad de octubre no invitan a ser optimistas.

El segundo factor es obviamente el calor, puesto que las temperaturas máximas en el interior de Orense rondaron los 30º la semana pasado y se superaron los 20 en la costa gallega y asturiana, una situación cada vez más habitual debido al aumento global de las temperaturas. Finalmente, los vientos fueron intensos durante el fin de semana en Galicia y el norte de Portugal, en parte debido al paso relativamente cercano del huracán 'Ophelia'.

PINOS Y EUCALIPTOS

A todo ello se suma el hecho de que la vegetación dominante en el noroeste peninsular tiene unos requisitos de agua muy elevados y sufre en situaciones de sequía moderada. Por si fuera poco, algunas de las especies más frecuentes actualmente, como eucaliptos, pinos rodenos y pinos insignes -el 70% del territorio forestal en Galicia son monocultivos de especies alóctonas empleadas para madera y pasta de papel-, queman con mayor facilidad que los bosques autóctonos de roble carballo, alcornoque o abedul.

La desestacionalidad de los incendios, finalmente, es un factor de riesgo añadido porque parte de los equipos de emergencia ya no están operativos. Por eso los incendios en octubre son muy peligrosos. El viernes, el Ministerio de Medio Ambiente decidió prolongar con medios extraordinarios la campaña de verano contra incendios forestales debido a las altas temperaturas y la sequía.

A todas estas circunstancias hay que añadir el factor humano y los pirómanos, tal como denuncia al Xunta. De hecho, el 80% de los incendios que se declaran en Galicia son intencionados, según estadísticas oficiales, un porcentaje muy superior al de cualquier otra comunidad.