Los efectos del cambio climático amenazan también a las profundidades oceánicas. Así lo atestigua un estudio internacional, en el que ha participado el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), que muestra cómo la acidificación del Atlántico Norte, causada por la intervención humana, alterará los ecosistemas marinos que habitan a más de 3.000 metros de profundidad, con miles de años de historia y biodiversidad.

“El incremento del dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera por la acción del hombre repercute en la química de los océanos, lo que llamamos acidificación océanica, que se manifiesta no solo en un descenso del pH de las aguas, sino también en otros importantes efectos químicos”, explica Marcos Fontela, investigador del Instituto de Investigaciones Marinas (CSIC), en Vigo, y coautor del estudio,

Advierte asimismo de que en 30 o 40 años, "el 70% de los arrecifes de corales de zonas profundas estarán viviendo en aguas corrosivas, hostiles para su desarrollo, lo que afectará a toda la biodiversidad asociada". Esos corales son la base de los delicados sistemas marinos abisales. Además, las aguas acidificadas del Atlántico Norte se expanderán hacia el sur y acabarán extendiéndose por todos los océanos.

Aragonito para los corales

Recuerda el científico la importancia del Atlántico Norte por presentar unas condiciones oceanográficas especiales que hacen que albergue la mayor parte de los corales de aguas frías del planeta. He aquí la explicación científica: "Ello es debido a que la circulación oceánica de retorno meridional trae aguas cálidas y salinas con valores altos de pH hacia el norte, donde se enfrían fuertemente y se hunden circulando de vuelta hacia el sur". Estas aguas favorecen la presencia de los corales porque generan un ambiente con altas sobresaturaciones de aragonito en zonas muy profundas, agrega el investigador. Para formar sus estructuras calcáreas de aragonito, estos corales -"muy distintos a los de colorines que vemos en los documentales", aclara Fontela- necesitan los iones de carbonato.

La investigación, publicada en la revista 'Nature', revela que "el transporte de estos iones de carbonato es un 44% menor que en la época preindustrial". Los datos subrayan que desde la revolución industrial, el Atlántico Norte se ha convertido en uno de los principales sumideros naturales de dióxido de carbono antropogénico (causado por las actividades humanas). Tras ser absorbido por el mar, se disuelve y provoca la acidificación oceánica, es decir, un aumento en la concentración de iones de hidrógeno (una reducción en el pH) y una reducción en la concentración de iones de carbonato.

Emisión de gases

Fontela alerta de los efectos ya irreparables de la emisión de gases procedentes de la quema de combustibles fósiles, los gases de efecto invernadero. "Aunque la humanidad fuera capaz de no rebasar el objetivo fijado en la cumbre de París de no superar los dos grados centígrados de calentamiento global, los corales se verán afectados".

Los científicos prevén que la duplicación de los niveles atmosféricos de dióxido de carbono (CO2) que podría ocurrir en apenas tres décadas, según el escenario de cambio climático, podría reducir el transporte de las sobresaturaciones de aragonito en un 64-79% del habido en condiciones naturales, lo que pondría en grave peligro los hábitats de coral de agua fría. "El horizonte de saturación de aragonito podría ascender entre 1.000 y 1.7000 metros", agrega Fontela.

El estudio se ha basado en observaciones realizadas cada dos años desde el 2002 hasta el 2016 en las aguas del Atlántico Norte, desde Portugal hasta Groenlandia.