El cardenal australiano George Pell, antaño una de las figuras más influyentes del Vaticano, ha sido condenado a seis años de prisión tras haber sido hallado culpable de cinco delitos de pederastia contra dos víctimas que en los años 90, cuando fueron agredidas sexualmente, tenían 12 y 13 años. La sentencia, hecha pública ayer por la Justicia australiana y a la que la defensa del sacerdote anunció que recurrirá, contempla que Pell no pueda pedir la libertad condicional por un plazo mínimo de tres años y ocho meses, es decir, hasta el 2022.

Pell, quien fuera el superministro de Finanzas del Vaticano y uno de los consejeros directos del papa Francisco, es el más alto cargo de la Iglesia en acabar entre rejas por la plaga de los abusos sexuales cometidos por miembros del clero católico, y el primero de la cúpula romana. Sus acciones, de acuerdo con el juez Peter Kidd del Tribunal del Estado de Victoria, quien dictaminó el veredicto, fueron «un ataque sexual frontal y forzado contra las víctimas».

«Los actos fueron sexualmente gráficos, ambas víctimas estaban visiblemente angustiadas durante la ofensa», agregó el juez al leer la sentencia, en la que también se subrayó la conducta «impregnada de una arrogancia asombrosa» de Pell. Nunca mostró «remordimiento o contrición», añadió Kidd, en una intervención en la que también se explicó que la pena decidida contempló la elevada edad del cardenal (77 años). Pell escuchó todo en silencio, de pie, con un bastón en la mano.

En el Vaticano costó aceptar los abusos cometidos por el purpurado. Prueba es que nunca fue obligado a dimitir. Su mandato expiró al cumplirse los cinco años.