Michel Fourniret, conocido como el ogro de las Ardenas y el Dutroux francés volvió ayer a la cárcel tras visitar su castillo de Sautou, al norte de París. Sólo el barro removido y una cinta de la policía que impide el acceso a la finca dejan entrever la agitación del sábado, cuando Fourniret indicó dónde estaban enterradas dos de sus víctimas.

Los restos de Jeanne-Marie Desramault y Elisabeth Brichet, que tenían 22 y 12 años cuando desaparecieron hace más de 15 años, reposan en un instituto médico-legal francés a la espera de ser analizados. La calma volvió al castillo de los horrores ayer domingo, después de que se levantara el fuerte dispositivo de seguridad que había rodeado la siniestra mansión.

Doscientos policías

A las once de la noche del sábado abandonaron su terrible morada los cuerpos de las dos jóvenes. Durante siete horas, unos 200 policías excavaron en dos sitios distintos bajo las indicaciones de Fourniret, guarda forestal retirado, de 62 años. Su mujer, de 55, estuvo presente durante el levantamiento de los cuerpos. Monique Olivier también está imputada por secuestro, ya que habría participado en el rapto de Elisabeth Brichet en Namur (Bélgica).

A tres metros de profundidad se hallaron "esqueletos con ropa", dijo el policía Thierry Wouters. El asesino en serie no se mostró nada locuaz. Solo quiere hablar con ciertas personas. Según el fiscal general de Reims, Yves Charpenel, "es su forma de demostrar su poder". Fourniret es "un interlocutor difícil" que sólo confiesa cuando ve que es imposible mentir.

El hallazgo ha animado a los investigadores porque son las primeras pruebas materiales del caso. Fourniret ha reconocido nueve asesinatos, mientras que su mujer incluye uno más. En el caso de Elisabeth Brichet, la identificación visual de los restos es "perfectamente positiva", según el fiscal de Namur, Cédric Visart de Bocarmé, ya que se ha encontrado un carné de identidad, joyas y ropa de la víctima. Ahora queda la prueba del ADN.

Entierro digno

Para los familiares de las dos chicas esta certeza ha sido un duro mazazo. "Todo se ha terminado para mí", aseguró el padre de Jenne-Marie Desramault, de 83 años. Según sus vecinos de Béthune, al norte de Francia, "se aferraba a su fe cristiana", esperando encontrar a su hija, a la que vio por última vez con 22 años.

La misma desolación azotó Namur (Bélgica) donde desapareció Elisabeth con 12 años. Su madre acogió con lágrimas la noticia del macabro hallazgo. El único consuelo que les queda es que podrán enterrar con dignidad a las chicas y saber qué les pasó.

Continúan las incógnitas sobre el asesinato de otras cinco jóvenes, así como el de un automovilista y la novia de un antiguo compañero de celda, que el propio Michel Fourniret reconoció haber matado. El castillo de los horrores quedará por el momento vacío, después de la retirada de los agentes y las excavadoras, a la espera de cómo evolucione el caso.