Durante sus cuatro mandatos, 12 años, al frente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Antonio María Rouco ha representado el catolicismo más integrista y alineado con las tesis de la derecha. Apadrinado por Juan Pablo II y respaldado por Ratzinger, al que trajo varias veces a España cuando era prefecto para la doctrina de la fe (Ex Santo Oficio) y luego Benedicto XVI, sus mensajes y dardos han ido siempre contra la sociedad laicista que, entiende, ha dado la espalda a la Iglesia.

Una sociedad a la que Rouco ha mandado mensajes condenando el matrimonio entre personas del mismo sexo, sobre la mujer como "parra fecunda en medio del hogar", a favor de la religión en las aulas con el mismo rango que las matemáticas, contra la "adoctrinadora asignatura" de Educación para Ciudadanía, contra el "crimen del aborto" o la memoria histórica.

Bajo su mandato la Conferencia Episcopal impulsó manifestaciones contra el matrimonio gay bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, en las que él mismo llegó a participar, y dio la espalda a las voces que clamaban contra la pederastia en el seno de la Iglesia. Ha defendido la ortodoxia ante cristianos de base y teólogos progresistas y se ha pronunciado a favor de la uniformidad de España.

El cardenal de hierro, que cumplirá 78 años en agosto, no ha cejado en su empeño de combatir todo lo que oliera a progresismo y a peligro para la unidad de España utilizando como brazo armado a la Cadena de Ondas Populares (COPE) y al polémico Federico Jiménez Losantos, hasta que este fue apartado en el 2010 de la cadena por presiones vaticanas. En su apoyo a las tesis más disparatadas del PP, llegó a bendecir en la homilía sobre las víctimas del 11-M la teoría de la conspiración que ya ni en el Gobierno de Rajoy defiende.

Algunos consideran en su haber la regresión en el tema del aborto y la entronización de la religión en las aulas, y otros creen que parece cosa de los ultras del propio Ejecutivo.

Cardenal de los 'kikos'

Pero sobre todo, Rouco ha sido el cardenal de los kikos. El llamado Camino Neocatecumenal de Kiko Argüello, a quien infinidad de voces católicas tildan de sectario y de ser una Iglesia excluyente dentro de la propia Iglesia, ha sido protegido y apoyado de manera inconcebible por el cardenal de Madrid, que les ha entregado parroquias, seminarios, demostraciones públicas y privilegios sin cuento. Rouco y Kiko Argüello fueron los muñidores de la JMJ de Madrid, en el 2011, en la que el Camino demostró su inmenso poder ante un estupefacto Benedicto XVI. Rouco personalmente decidió que fuese Kiko quien decorase el ábside de la catedral de La Almudena con unas pinturas que dejan sin palabras.

El cardenal gallego deja una iglesia encastillada, fortificada y prepotente, que se siente casi en guerra con quienes no comparten sus ambiciones. Muy lejos del ideal de Francisco.