El veto de China, Noruega y Rusia ha bastado para tumbar la propuesta de crear tres nuevas áreas marinas protegidas en la Antártida, el mar de Weddel y la península Antártica occidental de una dimensión de 1,8 millones de kilómetros cuadrados. De nada ha servido el voto a favor de los otros 23 estados participantes en la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos reunida en Tasmania (Australia). El cónclave, que empezó el 17 de octubre, finalizó ayer con este jarro de agua fría para los ecologistas como dato más reseñable.

Casi tres millones de personas en todo el mundo apoyaban la creación de este santuario en el Antártico, que se hubiera convertido en la mayor área protegida del planeta. La responsable de la campaña Proteger la Antártida de Greenpeace España, Pilar Marcos, lamentó ayer que se haya perdido una oportunidad histórica. «Era una oportunidad para salvaguardar la biodiversidad, luchar contra el cambio climático y mejorar la salud de nuestros océanos. 22 delegaciones llegaron a Australia para negociar de buena fe, pero, sin embargo, los sólidos argumentos científicos para la urgente protección marina fueron desviados del debate con intervenciones alejadas de la ciencia y burlándose de cualquier pretensión de deliberación real», añadió.

Además, la responsable de la oenegé ha denunciado que en vez de ofrecer una oposición razonada y basada en cuestiones científicas, algunas delegaciones como China y Rusia, usaron «tácticas dilatorias» para desmantelar y destruir enmiendas, por lo que «casi no queda tiempo para una discusión real» sobre la protección de las aguas antárticas.

«El único atisbo de esperanza llegó cuando los pequeños Ecosistemas Marinos Vulnerables identificados por Greenpeace fueron aprobados para su protección», ha celebrado Marcos.

CRÍTICAS A CHINA

La asesora política de Greenpeace, Laura Mellers, ha criticado que el compromiso de China de ser los líderes ambientales y buscar un mundo con un futuro compartido para la humanidad parece haber pasado por alto a su delegación en la Comisión del Océano Antártico. «China, al contrario, ha obstruido todas las oportunidades para cooperar y crear la mayor área marina protegida del mundo», ha criticado.

Respecto a Noruega, ha denunciado que a pesar de estar de acuerdo con la propuesta, el país nórdico decidió presentar su propia propuesta para dividir el área en dos, por lo que Greenpeace pide a sus gobernantes que se sumen a un consenso. Asimismo, la organización ecologista acusa a Rusia de no actuar de buena fe después de que en el 2016 acordó proteger el mar de Ross, y después solo ha perseguido los intereses de la pesca industrial.