En el año 2014, el ingeniero de la Universidad de Reading Kevin Warwick anunció que la respuesta a la pregunta «¿pueden pensar las máquinas?» era afirmativa. Había demostrado que un programa informático podía hacerse pasar por una persona (en concreto, un adolescente ucraniano) en un chat. El algoritmo había superado el llamado test de Turing: simplificando, si una inteligencia artificial se comporta de forma indistinguible de un humano, entonces piensa como un humano.

Warwick es uno de los 20 autores del libro El próximo paso: la vida exponencial, que se presenta mañana en la sede barcelonesa de ESADE, en un acto organizado por el proyecto BBVA Open Mind y El Periódico de Catalunya. BBVA Open Mind es una comunidad on line impulsada por BBVA, cuyo objetivo es descifrar los fenómenos que están configurando el futuro.

El libro, el noveno de la colección de BBVA Open Mind, se centra en las «tecnologías exponenciales». La biotecnología, la robótica, la inteligencia artificial o el internet de las cosas se están desarrollando de forma acelerada. Según los autores, cambiarán profundamente la sociedad y plantearán dilemas éticos inéditos.

«La revolución copernicana nos desplazó del centro del universo. La revolución darwinista del centro del reino biológico. Y la revolución freudiana del centro de nuestras vidas mentales. Hoy […] las tecnologías de la información […] están causando una cuarta revolución», escribe en el libro el filósofo de la Universidad de Oxford Luciano Floridi. Los humanos ya no están en el centro del mundo de la información, sino que lo comparten con inteligencias artificiales independientes a ellos.

«Las tres grandes disrupciones en la historia han sido la llegada de los humanos, la agricultura y la industria. En algún momento del próximo siglo, de la inteligencia artificial podría surgir una disrupción similar», afirma el economista de la George Mason University Robin Hanson. La inteligencia artificial podría superar la humana. Hanson habla de «sustitución» de humanos.

El físico Stuart Russell,de la Universidad de Berkeley, cree al contrario que la inteligencia artificial debería limitarse a aplicaciones probadamente beneficiosas. Russell defiende que un robot nunca pueda negarse a ser apagado por un humano.

El libro aborda los retos de la biotecnología. La posibilidad de secuenciar ADN fácilmente abre las puertas a la medicina personalizada y a la vez a la discriminación genética, según Steven Monroe Lipkin, de la Universidad de Cornell. La extensión de la esperanza de vida perseguida por el gerontólogo Aubrie de Grey plantea retos demográficos.

Aún más controvertida es la idea de «ingeniería humana», propuesta por el filósofo S. Matthew Liao. Ante el cambio climático, sería legítimo proponer alteraciones del organismo como reducir la talla de las personas, inducir farmacológicamente la intolerancia a la carne, o incluso un aumento de cociente de inteligencia, que iría relacionado con una menor natalidad.

Ante estos retos, los autores llaman a tomar en serio los «enormes riesgos» de las tecnologías exponenciales, sin renunciar a sus beneficios.