A los 90 años ha muerto el diario L’Unità, el periódico fundado por Antonio Gramsci, el creador del Partido Comunista Italiano (PCI), que fue la mayor formación comunista de Occidente. Hoy es el primer día que no sale en los quioscos. "Tenía que haber sido el Corriere della Sera de los proletarios", según Palmiro Togliatti, legendario secretario del PCI, en referencia al diario de la burguesía de Milán. Pero cuando las ideologías dejaron de ser punto de referencia de los electores y los trabajadores empezaron a votar a las formaciones de derecha, porque las izquierdas no tenían un carácter definido, el rotativo perdió su identidad y nunca más volvió a encontrar otra.

"Hoy es un día de luto para los redactores, los militantes, nuestros lectores y la democracia", ha escrito el comité de redacción, después de que durante tres meses los 80 periodistas hayan trabajado sin sueldo. «Nos hemos quedado solos en la defensa de una cabecera histórica», añaden en un comunicado.

Ninguna de las tres propuestas presentadas para evitar el cierre era viable, según los actuales accionistas, que han acumulado pérdidas de 30 millones de euros. Uno de las tres había sido presentada por Daniela Santanchè, alias la pasionaria de Silvio Berlusconi.

Nadie se atreve a pronosticar si se trata de un cierre indefinido, después de otros tres anteriores, el primero de los cuales se produjo durante el fascismo, cuando el rotativo pasó a la clandestinidad. Matteo Renzi, actual secretario del Partido Demócrata (PD), heredero del PCI, y presidente del Gobierno, ha lanzado un tuit en el que promete: "Reabriremos L’Unità".

No obstante, el problema trasciende los datos meramente empresariales para abarcar cómo debería ser un diario de izquierdas en el siglo XXI. Entre el 40,8% de los electores que en las europeas del pasado mayo votaron a los progresistas -un resultado nunca visto- había también, según los analistas, más de un 15% de votantes variados, hartos de la crisis, de los gritos estentóreos de Beppe Grillo y de la parálisis de la clase política, incluidos muchos conservadores que, tras la salida de Berluconi, están divididos en cinco partidos.

Cintas de vídeo y evangelios

En una de sus reconversiones anteriores, L’Unità introdujo la publicidad, los deportes, los sucesos y las páginas de cine. Sucesivamente, el director Furio Colombo intentó modernizarlo, al igual que Concita de Gregorio con su rotativo "nuevo, libre, mini, comprometido, inteligente", que incluía una publicidad que hizo rasgar las vestiduras a los sesudos directivos comunistas. Poco antes, el político líder del PD y periodista Walter Veltroni, cinéfilo apasionado, lo resucitó durante largos meses gracias a centenares de cintas de video con las mejores películas de la historia y todos recuerdan aún el regalo de uno de los Evangelios católicos que, además de admiración, provocó también calambres entre los militantes comunistas.