Más allá de la homeopatía, los defensores de la pseudociencia mantienen muchos otros frentes abiertos. A través de revistas especializadas (como Discovery Salud) y canales de televisión (como Mindalia) expanden teorías conspiranoicas sobre asuntos sanitarios. Defienden que el cáncer tiene un origen psicológico y psíquico y que se debe a un conflicto emocional. Para ellos, el virus del sida no existe, las vacunas son peligrosas y provocan autismo y los móviles son dañiños por las radiaciones electromagnéticas. Repasamos, de la mano de la ciencia, los cinco grandes bulos de los charlatanes de la salud.

Los tumores son «procesos biológicos naturales que el organismo pone en marcha como respuesta a un shock traumático inesperado que se vive en soledad y pilla a contrapié», reza un reportaje de Discovery Salud (DSalud), una de las biblias de la pseudociencia. Con la bioneuroemoción como carta de presentación, Enric Corbera es el buque insignia de la teoría.

«Todo el mundo ha tenido un trauma o un problema importante a lo largo de su vida, así que es muy fácil achacar la enfermedad a eso. Y peligroso. Por muchos motivos. Entre ellos, la sensación de culpa del enfermo y la posibilidad de que abandone su tratamiento médico», responde Carlos Mateos, coordinador de Sanidad Sin Bulos, iniciativa que cuenta con profesionales sanitarios cazamentiras y con la que colaboran una veintena de sociedades médicas.

«El cáncer es un error en el metabolismo celular, así que achacarlo a las emociones es absurdo e ilógico desde el punto de vista científico», añade Vicente Baos, médico de familia, impulsor de la plataforma No Sin Evidencia y miembro del Observatorio de la Organización Médica Colegial contra las seudoterapias, intrusismo sanitario y sectas sanitarias. «No existe relación entre un disgusto y el cáncer. Evidentemente, hay estilos de vida más saludables que otros. Si una persona fuma tendrá más posibilidades de desarrollar un tumor. Pero no es relevante científicamente si ese fumador ha tenido un trauma en su vida o no», añade. El abordaje emocional que propone el gurú Enric Corbera es «una aberración desde la medicina y la psicología».

EL SIDA NO EXISTE

«Nadie ha fotografiado el VIH, supuesto virus del sida. Para verificar que un virus existe, este debe haber sido aislado, microfotografiado y su ADN secuenciado. Y mientras no se demuestre que así se ha hecho se puede y se debe poner en duda su existencia», advierte DSalud. Vicente Baos, que también forma parte de la red de expertos de la Agencia Española del Medicamento y la Europea, se niega a rebatir semejante planteamiento. «Es como si alguien me dijera que la Tierra es plana», zanja este especialista.

Mientras, el responsable de Sanidad Sin Bulos insiste en dejar claro y sin ambages que la ciencia demostró hace décadas que el VIH es el causante del sida. «En la actualidad, los estudios científicos están firmados por equipos que representan a muchas universidades. ¿Todas nos engañan? ¿Todo obedece a una conspiración?», se pregunta retóricamente.

En el mundo de la pseudociencia es muy frecuente encontrar a presuntos especialistas que aseguran que las vacunas «contienen partículas inorgánicas que, si llegan al cerebro, pueden dar lugar a graves disfunciones neurológicas». Un artículo de DSalud sentenció que «pueden causar autismo» y que si no se sabe oficialmente el origen del autismo es «porque se intenta proteger a los fabricantes de las vacunas».

Ante semejante «tontería e irresponsabilidad», Vicente Baos pide a los charlatanes de la salud que viajen a países donde no se vacuna a los niños para que vean la diferencia. También les exige que recapaciten sobre la polio, por ejemplo, que seguía existiendo en España a finales de los años 50. Tanto Baos como Mateos dejan claro que el movimiento antivacunas se sigue agarrando a un estudio fraudulento, el de Andrew Wakefield, que relacionó la vacuna triple vírica con el autismo. Se demostró que el informe era falso, estaba manipulado y tenía el objetivo de chantajear a las farmacéuticas.

«A pesar de eso, los antivacunas siguen echando mano de Wakefield. Javier Cárdenas en TVE, por ejemplo», denuncia Mateos, que advierte de que muchos padres de niños autistas están vacunando a sus hijos (y a los hermanos menores de estos) por debajo de la media. «La gran excusa es por si acaso. Es decir, padres y madres que no lo tienen claro y que dicen por si acaso, no le vacuno». Baos añade que los efectos secundarios de las vacunas no pasan de enrojecimiento en la zona del pinchazo y algo de fiebre. «Los efectos realmente adversos son muy, muy, muy excepcionales. Y teniendo en cuenta el beneficio y el riesgo, este tema debería estar zanjado», concluye.

LA HOMEOPATÍA FUNCIONA

«¿Cómo va a funcionar algo que está hiperdiluido?», se indigna el responsable de No Sin Evidencia al preguntarle sobre la disciplina inventada en 1796 por el médico alemán Samuel Hahneman. El facultativo asegura que la ciencia ha demostrado «por activa y pasiva» que el efecto de la homeopatía no es superior al placebo: no ha curado a nadie en más de 200 años. No se ha comprobado su utilidad en ni una sola enfermedad humana, al contrario que la ciencia, que ha conseguido grandes resultados. En opinión de Baos, los defensores de la homeopatía utilizan palabras vacías pero que suenan grandilocuentes, como holístico, integrativo y nanopartículas. «La homeopatía es la nada en búsqueda de explicación», advierte. «Es -concluye- un engaño organizado porque parecen medicamentos. Pero en realidad no lo son». El experto califica de muy preocupante el hecho de que países como India tengan un ministerio propio para la medicina tradicional (Ayurveda). «Es una manera de tener engañado al pueblo», zanja.

EL MÓVIL DAÑA LA SALUD

«Torres de alta tensión, antenas de telefonía, móviles y wifi son peligrosos para la salud. El móvil provoca recalentamiento celular en el cerebro. Los campos electromagnéticos pueden provocar diversas patologías, entre ellas, cáncer», asegura otro artículo de DSalud.

Baos, que hace años ya se enfrentó con seis defensores de esta teoría en el programa Cuarto Milenio, asegura que el físico Alberto Nájera demostró hace tiempo que la longitud de onda no tiene capacidad para penetrar en los tejidos humanos. No hay pruebas científicas de la existencia de la hipersensibilidad electromagnética. Muchos de los que sufren esta enfermedad inexistente son personas con otro tipo de mal (básicamente, problemas psicológicos) a los que los charlatanes convencen de estar realmente enfermos. El negocio está -añade el responsable de Sanidad Sin Bulos- en la venta de dispositivos que, presuntamente, evitan estas radiaciones.