Alguien podría caer en la tentación de pensar que el calentamiento global contemporáneo es un episodio más de cuantos fenómenos cíclicos va soportando el planeta. Ahora toca calor, luego nos vamos al frío, y así sucesivamente, porque el mundo es caprichoso y los caminos del clima son inescrutables. Ha tenido que venir la prestigiosa revista Nature para dejar claro, con tres estudios, que lo que muchos consideran un episodio más de la Tierra es una crisis climática real, porque el trance en el que estamos inmersos es uniforme y global, algo que no había pasado en los últimos 2.000 años.

Es, por lo tanto, la única etapa de los dos últimos milenios en la que queda demostrada una coherencia en la variabilidad de las temperaturas en todo el mundo. Todo, coincidiendo con el inicio de la era industrial, en el siglo XIX. Los investigadores han llegado a la conclusión de que el 98% del planeta padece los efectos del calentamiento global, un hecho que, tal y como señalan, demuestra que el impacto humano sobre el medioambiente «tiene una consistencia espacial sin precedentes en el contexto de los últimos 2.000 años». En todo este tiempo se han producido otros episodios climáticos de alcance. Han sido dos. El primero, marcado por un intenso calor, sucedió entre los siglos X y XIII y se lo conoce como anomalía climática medieval. Pero en ese caso, el termómetro, de haber existido, solo se habría disparado en el 40% de la superficie terrestre. El segundo episodio recibe el nombre de pequeña edad de hielo y se enmarca entre los siglos XIV y XIX.

VARIACIONES

Los negacionistas detendrían el relato en este punto para hacer una pregunta lógica: ¿cómo se sabe el alcance de esos fenómenos si apenas existe documentación ni se disponía de la tecnología para estudiarlos? Bastaba con preguntárselo a la naturaleza, esto es, con consultar los anillos de los árboles del Ártico y de zonas alpinas, que además de sobre la edad también informan sobre la variación de la temperatura, la composición química de los corales y los sedimentos de los lagos y de los glaciares. Y, por si fuera poco, se ha añadido la información de las erupciones volcánicas ocurridas a principios del siglo XIX. Todo ello, interpretado bajo la lupa de siete métodos estadísticos diferentes y respaldado por 700 registros climáticos de todo el mundo.

CAUSAS NO NATURALES

A grandes rasgos, estos nuevos estudios arrojan conclusiones preocupantes para el planeta. Si bien es cierto que este no es el primer cambio en el clima al que se enfrenta la Tierra, todo apunta a que sí que estamos ante el primero que es causado directamente por la actividad humana y no por causas naturales, como puede ser un pico de actividad volcánica. El calentamiento global ha aumentado drásticamente a partir de la segunda mitad del siglo XX, por lo que la tendencia general sugiere que la situación ha ido empeorando en las últimas décadas. Esto, a su vez, también sugiere que los pronósticos sobre el aumento de las temperaturas efectuados para las próximas décadas, aunque puedan sonar catastróficos, son más que plausibles.

«Estos estudios deberían detener a los negacionistas del cambio climático que afirman que el reciente calentamiento global es parte de un ciclo natural. Los datos obtenidos demuestran la clara diferencia entre los cambios en el clima regionales y localizados y el efecto verdaderamente global de las emisiones de gases de efecto invernadero antropogénicas», comenta Mark Maslin, profesor de Climatología en el University College London (UCL) y experto independiente a los recién publicados estudios.

«No solo el cambio climático en el siglo XX es el calentamiento más rápido en el registro, sino que es la primera vez que el clima está cambiando en todas partes de la misma manera», añade Daniela Schmidt, profesora de Paleobiología de la Universidad de Bristol. La publicación de estos estudios también conlleva una llamada a la acción. Simon Lewis, profesor de Ciencias del Cambio Global del UCL, considera probado el efecto nocivo de la acción del hombre sobre el clima y se pregunta si la ciudadanía «obligará a los gobiernos y a las empresas a tomar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a cero para estabilizar el clima».