Ana Marín, vecina de Tarragona de 42 años, acudió al hospital el día de la cabalgata de los Reyes Magos pensando que sufría un cólico renal y salió poco más de dos horas después siendo madre de Paula,una niña prematura de seis meses. Aclara en segundos la pregunta del millón, ¿cómo no se dio cuenta de que estaba embarazada? Se señala a sí misma y dice: “¿Tú me ves? Pues estaba exactamente igual”.

De hecho, pensaba que había entrado en la menopausia. No es madre primeriza, tiene un hijo de 23 años que ya se ha independizado y una hija de 16 que estudia la ESO. “No me noté ninguno de los síntomas, tanto yo como los de la ambulancia estábamos convencidos de que era un cólico nefrítico. Pero no. “Los médicos me dijeron, usted está de parto y los Reyes le traen una niña”, relata.

Fue un nacimiento natural, rápido, que le ha dejado un solo punto de sutura. En el paritorio escuchó varias veces el nombre de Paula -no sabe ya quien lo decía ni a quien se referían- y recordó que su abuela se llama así. “No dudé ni un momento”, recuerda.

HA DEJADO DE FUMAR

Se siente tan bien y feliz después de este parto inesperado que las enfermeras le regañan y le recuerdan que se tiene que cuidar, porque acaba de parir. En algo les ha hecho caso, ha dejado de fumar nada más nacer la niña.

Paula salió el miércoles de la incubadora, tras ganar 35 gramos en dos días. Cuando alcance los 2,5 kilos de peso les dejarán llevársela a casa. La pega es que la vivienda familiar es muy humilde, de solo una habitación, en el barrio obrero de Bonavista.

La hija adolescente duerme en el comedor en una cama de quita y pon, pero ahora, con una más, tendrán que buscar una solución. El ayuntamiento y los Servicios Sociales ya están por la labor, comenta Ana, que asegura que les han dado apoyo “desde el primer momento”.

"¿HABÉIS SIDO ABUELOS?"

Lo cuenta en el vestíbulo del Hospital Joan XXIII de Tarragona, en un paréntesis entre la visita del médico y el biberón de su hija, con leche materna que se extrae en el centro médico. En este hospital ofrecen el llamado ‘canguraje’, lo que permite a los padres de los bebés prematuros que puedan tocarles y darles el biberón. Está demostrado que el calor humano es mejor que la incubadora y a Paula le ha sentado bien. “Ahora, en su cunita, será más fácil abrazarla y tenerla cerca”, explica la madre.

El diario gratuito ‘Més Tarragona’ desveló esta suerte de cuento de Navidad. “Desde que salió la noticia, no para de ponerse gente en contacto con nosotros de todas partes, para ofrecernos desde la cuna al cochecito, ya no sé ni cómo dar las gracias”, afirma Ana.

Paula pesó al nacer 1.900 gramos y medía 43 centímetros. Cuando su padre, Vicente Quesada, de 49 años, y Marin colgaron la foto del bebé en las redes sociales, mucha gente preguntó si habían sido abuelos.“Mi marido está tan encantado, como yo”. Ahora, solo les falta un trabajo estable, solicita.