El móvil se ha convertido para comer en un instrumento casi tan útil como la cuchara. Millones de usuarios en España utilizan ya la conexión a internet para reservar restaurantes, pedir comida a domicilio y hacer la compra de alimentación de forma habitual, y la tendencia es utilizarla cada vez más para todo tipo de experiencias gastronómicas, incluyendo catas o cursos. De hecho, la facturación on line de los restaurantes ha crecido el 36% en un año, y supera ya los 123 millones de euros, según datos del Instituto Nacional de Estadística, referidos al tercer trimestre del 2016.

En términos globales, internet supone ya el 30% de las reservas de restaurantes, frente al 70% de la población que aún llama para pedir mesa, según un estudio de la escuela de negocios ISDI y la consultora Ipsos realizado sobre internautas de toda España. Y de ese 30%, el 49% lo hace a través del móvil. Además, son mayoritariamente mujeres quienes hacen las reservas, piden comida on line y hacen la compra.

La mayoría además reserva desde casa (65%) y suele optar por un menú cerrado (70% de las reservas), como ofrecen páginas tipo Atrapalo o Letsbonus. Una tendencia que desmienten desde El Tenedor, la principal web de reservas de restaurantes de España y vinculada a Tripadvisor, que asegura que la mayoría de sus reservas (60% se hacen con la app móvil) pedirán a la carta y gastarán unos 28 euros por comensal. «Sin embargo, algunos de nuestros usuarios van buscando ofertas y descuentos», afirma Alejandro Lorenzo, cofundador de El Tenedor.

Además, son clientes que comen fuera al menos una vez por semana y suelen repetir sitios conocidos (67%). Para busca sitios nuevos, se fían de webs de recomendación y en menor medida de las redes sociales, los blogs y los influencers. Y suelen valorar posteriormente su experiencia, ya sea en Tripadvisor o en redes sociales. El 49% de los españoles lo hace.

VARIOS COMPARADORES / Por ejemplo, «hay un perfil de foodie en Barcelona para quien internet se está convirtiendo en el entorno natural para reservar restaurantes, encargar comida o hacer la compra», afirma Dionís Guzmán, director de ISDI Barcelona. «Es un usuario exigente, que usa varios comparadores antes de decidir y que no tiene problemas en reclamar cuando no está conforme», añade.

El cliente que pide comida on line no es tampoco el perfil que muestran películas y series de televisión: hombre, veinteañero y vinculado a la informática que pide pizza y comida china. La realidad es otra, advierten desde el sector.

El estudio de Ipsos y ISDI revela que la mayoría son mujeres y la edad media son 36,5 años y con familia. Además, el 45% lo hacen más de una vez por semana y se guían por el tipo de comida y el precio. En general en España se usan casi a partes iguales el ordenador y el móvil para realizar los pedidos a través de internet. Y hay más pedidos en fin de semana que de lunes a jueves, admiten.

También la aparición de apps y webs que ofrecen servicios de reparto y encargos para hogares (como Glovo o Deliberry) ha abierto el mercado a restaurantes que se salen de la clásica pizza, que ya tiene sus propios canales de distribución y es con quien tradicionalmente se asocia la idea de comida a domicilio. Con ella y con los restaurantes chinos.

NO A CARGOS ADICIONALES / El cliente también es distinto según las zonas, según el estudio. En Madrid, donde el precio medio del pedido es el 25% más que en Barcelona, no ponen pegas si hay cargos adicionales no incluidos en la factura. Si el cliente vive en Barcelona, un tercio llega a rechazar un pedido si le quieren cargar aparte los gastos de envío, revela el informe.

La variedad de webs y apps donde el cliente suele pedir comida on line tiene un espectro mucho más limitado que en el mundo real. La media de sitios donde un usuario tiene actualmente perfil de compra es 1,6, mientras que seguramente acude a muchos más restaurantes en su ciudad.

En la comida on line, la publicidad tiene un papel muy importante. La mayoría admite que realiza los pedidos para casa y guiándose por las ofertas publicitarias que recibe, e incluso acaba añadiendo artículos que no había pensado inicialmente.