Mientras calentamos motores para el despegue de una nueva etapa en la exploración espacial, que podría incluso llevarnos a pisar Marte por primera vez, la gran pregunta que surge es hasta qué punto los humanos estaríamos preparados para semejante aventura. Para responder a esta intrigante cuestión, hace unos años la NASA ideó un experimento con dos astronautas gemelos, Mark y Scott Kelly, con el que pretendía averiguar cómo el cuerpo humano se adapta al entorno extraterrestre y a la microgravedad. Los resultados definitivos de esta investigación, publicados este jueves en la revista Science, constatan que los largos viajes espaciales pueden provocar cambios físicos, moleculares y psicológicos en las personas.

La historia de esta investigación espacial empieza sobre el año 2015. Los astronautas Mark y Scott Kelly (gemelos monocigóticos, es decir, con exactamente los mismos genes) se convierten en el centro de las miradas de 10 grupos de investigación especializados en fisiología humana, biología molecular, microbiología y ciencias del comportamiento. En marzo de ese mismo año, Scott Kelly parte rumbo a la Estación Espacial Internacional para una misión de 340 días, una de las estancias más largas jamás realizadas, mientras su hermano Mark permanece en la superficie terrestre. En ese periodo, los investigadores efectúan pruebas físicas, moleculares y cognitivas antes, durante y después de la misión. El objetivo es estudiar cómo cada uno de los hermanos envejece en entornos completamente diferentes: la Tierra y el espacio.

EFECTOS ADVERSOS, PERO NO TANTO

Las conclusiones del conocido como Estudio de los gemelos de la NASA apuntan a que la vida fuera de la Tierra sí afecta. En su estancia en el espacio, Scott Kelly creció aproximadamente unos cinco centímetros debido a la descompresión de su columna vertebral en un entorno de microgravedad. El astronauta, además, experimentó un engrosamiento de la arteria carótida y de la retina, pérdida de peso, cambios en los microbiota intestinal, reducción en las capacidades cognitivas e incluso algunos cambios en la expresión genética.

El cambio más sorprendente, sin embargo, se descubrió tras la vuelta de Mark a la Tierra: tras apenas un año separados en entornos diferentes, el genoma de los gemelos Kelly ya no era el mismo. Sí, seguían siendo gemelos idénticos (ya que los genes en sí no habían cambiado), pero a nivel molecular ya no eran exactamente iguales. El ADN de Scott se había deshilachado y dañado o, dicho en términos científicos, los extremos de su cromosoma (telómeros) se habían alargado durante su estancia espacial y acortado a su regreso, lo que podría significar que sus células han envejecido de manera más acelerada.

A grandes rasgos, todo apunta a que el cuerpo humano sí que está preparado para enfrentarse a la vida espacial. De hecho, los datos obtenidos de esta investigación sugieren que el sistema inmune reacciona bien en este tipo de entornos. Los 'efectos adversos' más destacables tendrían que ver con elementos como la radiación, el aislamiento, la distancia de la Tierra, los campos de gravedad alterados y los entornos hostiles o cerrados. Todos estos elementos están siendo ahora estudiados en profundidad para intentar reducir su impacto sobre la salud de los futuros exploradores espaciales.

EL FUTURO DE LA EXPLORACIÓN ESPACIAL

"Estamos ante un estudio sin precedentes, dado su abordaje de diferentes niveles de la biología humana: desde los análisis moleculares de las células y el microbioma hasta la fisiología humana y la cognición", explica Craig Kundrot, director de la Space Life and Physical Sciences Research de la NASA. "El estudio de los gemelos representa un paso significativo en el estudio de los desafíos a los que se podrían enfrentar los tripulantes de futuras misiones interplanetarias", argumenta Bill Paloski, director del Human Reasearch Program de la NASA. "Esta nueva investigación nos proporciona una visión más completa sobre cómo un humano responde al vuelo espacial, por lo que estos resultados ayudarán a ampliar nuestra comprensión de las adaptaciones fisiológicas y psicológicas al espacio", añade Steve Platts, director científico del programa.