Los seres humanos no solo se caracterizan por la vinculación social que establecen con los demás, sino por la afectividad y la unión con los miembros con los que conviven. Es importante cuando son parte de nuestra familia y necesitan de espacio, comunicación y seguridad, pero no siempre resulta fácil. No estamos dispuestos a hablar, nos sentimos incomprendidos o diferentes o la distinción de roles en casa nos parece desequilibrada. Sin embargo, puede deberse a la dificultad propia de la adolescencia, que se mezcla con que los padres no siempre saben cómo hablar con sus hijos.

El adolescente se siente diferente, no logra entender cómo encajar y tiene dificultades para encontrar la independencia, ya que no parece contar con las herramientas necesarias para gestionarla. Esto hace que su comunicación, tanto dentro como fuera de casa, sea complicada. No siempre están dispuestos a colaborar, aunque necesitan de todo el apoyo y toda la paciencia. Acercarnos a ellos puede hacer que se sientan mejor y los vínculos familiares se refuercen.

CÓMO ACERCARNOS

Después de la pubertad, los hijos entran en una fase que siempre nos genera mucho miedo. Vemos cómo no solo cambia su cuerpo sino también su forma de entender, comunicar o sentir. Parece complicar las cosas, las emociones se van extremando y domina la casa la necesidad de transgredir las normas. No es en todos los casos, pero sí muy recurrente. Lo que sí es un común es la dificultad en la comunicación entre cualquier padre o madre y su hijo o hija.

Para poder entender mejor a un hijo adolescente y comunicarnos de una forma más positiva, podemos usar los siguientes recursos:

1. Empatía

La sensación siempre es que existe un abismo entre la cabeza adolescente y la del adulto. Sin embargo, no hace tanto que nosotros también tuvimos quince años y las emociones, aunque la sociedad cambie, son las mismas. Si nos basamos siempre en esta empatía, podremos acercarnos con más paciencia y entender las cosas que pueden pasar por su cabeza.

2. Necesidades

Existe una diferencia notable entre lo que el adolescente dice que quiere de lo que acaba necesitando. Aunque pidan más espacio e independencia, que sí que debe darse, siguen necesitando el apoyo y el cariño de la familia. Es difícil acercarse a ellos, pero no imposible. Generar un espacio de seguridad y comodidad y respetar sus tiempos nos ayudará a mejor la relación.

3. No seas ejemplo

A ninguna edad nos gusta que alguien venga a decirnos que él hizo las cosas de otra forma y que le fue bien. Que nos aleccionen nos genera rechazo y debe evitarse siempre. Esto implica que demos nuestra opinión, pero desde el respeto y sabiendo que cada uno vive sus propias experiencias.

4. Permite el error

Como hemos pasado por experiencias muy parecidas y como desde fuera es muy fácil predecir lo que va a ocurrir, buscamos proteger de los errores y evitar los golpes de nuestros hijos. Sin embargo, siempre son necesarios para su aprendizaje y su desarrollo. Cuando veamos que van dirigiéndose contra la pared, podemos simplemente quedarnos a un lado, permitir que lo hagan y después mostrar nuestro apoyo y nuestro cariño.

La adolescencia es una etapa de caos, desorientación, búsqueda de independencia e inseguridad. No solo afecta a nuestros hijos, sino que toda la familia va a vivir esa etapa de transición. Es necesario que sepamos dejar atrás al niño que fue, respetar sus necesidades y modificar nuestra forma de comunicarnos con ellos. Puede hacerse desde una perspectiva más positiva y acaba resultando más fácil de lo que al principio nos parecía.

* Ángel Rull, psicólogo.