Los dos grandes protagonistas de los errores en la gestión de la crisis del ébola han caído uno detrás de otro, aunque en circunstancias muy distintas. Si la ministra de Sanidad, Ana Mato, dimitió la semana pasada empujada por el juez Pablo Ruz al acusarla de lucrarse con la Gürtel, el consejero de Sanidad de Madrid, Javier Rodríguez, fue cesado ayer de modo fulminante debido a su propia incontinencia verbal. El miércoles por la tarde reincidió en sus ofensas a la auxiliar de enfermería infectada Teresa Romero y a las pocas horas el presidente regional, Ignacio González, le exigió que se marchara. En una entrevista concertada con una agencia de noticias el consejero había afirmado que si él "lo hubiese hecho mal", Romero "no estaría hablando". Era su peculiar manera de responder a las críticas vertidas contra él por la auxiliar en la televisión.

Luego añadió que si su gestión no hubiese sido la correcta, "España seguiría teniendo esta enfermedad". "Lo que tengo que hacer es felicitarnos porque no se ha muerto y porque haya tenido un final feliz", razonó.

MANIFIESTA INCOMPETENCIA

A los pocos minutos de divulgarse las declaraciones, la oposición y los colectivos sanitarios exigieron que Rodríguez no siguiera ni un minuto más al frente de la consejería por su manifiesta "incompetencia". Tras el Consejo de Gobierno celebrado ayer por la mañana, González le llamó para explicarle que "no había estado afortunado" y pedirle que "pusiera" el cargo a su disposición, a lo que no opuso ninguna resistencia, según explicaría el propio presidente por la tarde. Luego se deshizo en elogios a "su extraordinaria gestión".

Rodríguez será recordado siempre por sus críticas a la auxiliar al poco de que esta se infectara. No solo la culpó de haber cometido el error que la contagió. La acusó de "mentir", "ocultar información" sobre sus síntomas y de haberse "ido a la peluquería" después de visitar al médico. Llegó a afirmar que "no hace falta un máster para ponerse un traje". También aseguró que no tenía intención de dimitir aunque no necesitaba el cargo para vivir. "Yo llegué a la política comido", presumió.

González le afeó estas declaraciones pero se resistió a las presiones de la oposición y la opinión pública para que lo cesara. Hasta Moncloa le hizo llegar discretamente el mensaje de que debía soltar lastre, pero él respondía que antes debía irse Ana Mato. Fuentes de su entorno aseguraban que había exigido al consejero que se mantuviera lejos de los focos y que lo cesaría cuando encontrara "el momento oportuno". El elegido para sustituir a Rodríguez es el hasta ahora viceconsejero de Asistencia Sanitaria, Javier Maldonado, que hoy toma posesión.

La marcha del consejero no llevará a Romero a retirar las dos demandas interpuestas. El abogado que les representa, José María Garzón, aseguró que "no cambia nada" en el proceso judicial y sostuvo que el cese les da la razón al reconocerse que "el consejero no ha actuado bien".

LOS RECORTES MÁS POLÉMICOS

La entrada de Alonso al frente del Ministerio de Sanidad ha comportado también la salida de la número dos de Ana Mato, la secretaria general, Pilar Farjas, nacida en Teruel. Impulsora de algunos de los recortes más polémicos, Farjas se había postulado como sucesora desde que la cabeza de Mato estuvo en el alero durante la crisis del ébola. En una carta dirigida al ministro le comunicó ayer su dimisión y su decisión de regresar a Galicia y volver a ejercer como médico.