Henderson, una isla deshabitada y remota en el sur del océano Pacífico, es el lugar más contaminado por plásticos del planeta. A sus costas, situadas a 5.000 kilómetros de la población más cercana, han llegado cerca de 17 toneladas de este material arrastradas por la corriente. Pero no hace falta irse tan lejos: el Mediterráneo, que solo contiene el 1% de las aguas del mundo, concentra el 7% de los microplásticos del planeta. Los expertos calculan que en todo el océano flotan alrededor de 268.000 toneladas de plástico.

Son datos extraídos del libro 'Vivir sin plástico' (Zenith), escrito por Patricia Reina Toresano y Fernando Gómez Soria, una pareja residente en Madrid que en el 2015 decidió dar un cambio drástico a su vida al optar por el "minimalismo residual" dejando de consumir plástico. "Fue idea de Patricia. A mí, al principio, me parecía extremista, pero comenzamos a ver el plástico que consumíamos y nos dimos cuenta de que era una barbaridad", explica Fernando a EL PERIÓDICO. Hace cuatro años, el mismo día en que tomaron la decisión, abrieron el blog vivirsinplastico.com, origen del libro.

'Vivir sin plástico' no tiene en absoluto un tono catastrófico ni aleccionador ("No des la chapa a los demás; céntrate en lo que tú puedes hacer", recomiendan al lector los autores), pero sí muy inequívoco: "Reciclar no basta. Hay que ir un poco más allá: debemos rechazar lo que no necesitamos. Además, el plástico no es tan fácil de reciclar, pues no todos los tipos son reutilizables", cuenta Fernando. Su argumentario se basa en cifras: "Europa es el segundo productor de plástico del mundo después de China, pero en el 2014 -último año del que hay cifras- solo el 6% del plástico utilizando en nuestro continente era reciclado", añade.

Estos son algunos de los consejos principales que recoge el libro:

PARA COMPRAR

El plástico no se reintegra en la naturaleza porque no hay organismos vivos que lo consuman, simplemente se fotodegrada: se rompe en partículas cada vez más pequeñas y por eso suele decirse que todos los plásticos fabricados a lo largo de la historia siguen en la Tierra. Por eso los autores recomiendan evitar los supermercados, donde la mayoría de los productos vienen en bolsa.

Las tiendas de barrio, mercados y mercados de agricultores ponen menos trabas. Lo ideal es que el cliente lleve su carro de compra, bolsas de tela o recipientes (táperes, tarros y botellas) para poder comprar, preferiblemente, a granel. También cada día es más habitual la venta de cajas de fruta y verdura en Internet.

PARA COCINAR

El 30% de la superficie agrícola mundial se dedica cada año a producir los alimentos que luego son desechados, advierten los autores en 'Vivir sin plástico'. Por eso proponen "comprar menos y más a menudo", así como "mirar bien" lo que uno tiene en casa antes de ir a comprar. "Tras unos meses comprando a granel, verás cómo se transforma tu cocina. Los envases a medio terminar y la comida procesada empezarán a desaparecer y dejarán espacio a lo más importante: la comida real", recoge el libro. Sin plástico, aseguran, se come más sano.

Para conservar los alimentos lo ideal son los recipientes de vidrio (también para congelar) y, como alternativa al film transparente que se suele utilizar para tapar la comida, los autores optan por platos o tarros. También recomiendan utilizar trapos de tela en vez de papel de cocina y servilletas (que vienen envueltos en plástico) y, en lugar de agua embotellada, usar botellas de vidrio, filtros de jarra o binchotán (un carbón tradicional de Japón que no transmite sabor). Se calcula que cada minuto en el mundo se consumen un millón de botellas de plástico y 39.000 cápsulas de café. Por eso es mejor, también, utilizar la clásica cafetera italiana.

PARA LIMPIAR

Es mejor comprar el detergente a granel, o bien fabricarlo en casa con vinagre. Los autores advierten de que muchas de las prendas llevan plástico en su composición: se calcula que el 52% de la ropa del planeta está hecha con fibras sintéticas y cada vez que se lava desprende multitud de fibras tan pequeñas que se escapan de los sistemas de filtración de aguas, de manera que acaban en ríos y océanos.Son la basura más abundante del planeta, más que bolsas o botellas de plástico. Por eso recomiendan mirar las etiquetas de la ropa antes de comprar, lavar menos (no solo por las microfibras, sino también por el agua) y evitar lavados muy largos.

PARA EL ASEO PERSONAL

Cepillos de cerdas duras, café o sal en lugar de gel exfoliante; pastillas de jabón en vez de gel; champú a granel, pastillas sólidas o bicarbonato en vez de botes de champú; vinagre de manzana o limón en vez de suavizante; cuchillas reutilizables metálicas; piedras de alumbre en vez de desodorantes... Son algunas opciones. Para la limpieza de dientes, los autores recomiendan cepillos de bambú. En el caso de las mujeres que tienen la menstruación (una mujer tiene una media de 520 ciclos a lo largo de su vida y usa unos 18 tampones o compresas en cada menstruación), recomiendan la copa menstrual o las compresas y salvaslips de tela. Y no olvidarse nunca de los beneficios del bidé.

¿Y FUERA DE CASA?

Patricia y Fernando advierten de que la mayoría de los sitios de comida rápida no cuentan con alternativas reutilizables, por eso ellos los tienen vetados. Cuando llaman para hacer un pedido de comida para traer a casa, piden que los sirvan en sus propios recipientes y, si se niegan, llaman a otro establecimiento. En los bares, evitan que les sirvan las bebidas con pajitas: solo en España se utilizan 13 millones de pajitas cada día; el nuestro es el país europeo que más pajitas desecha. Cuando van a fiestas en casas ajenas, llevan sus propios vasos y platos de cámping para evitar los de plástico.

Aun así reconocen que vivir al 100% sin plástico es imposible: la ropa deportiva está hecha de materiales sintéticos, las tarjetas bancarias tienen plástico, e incluso los medicamentos y preservativos vienen envueltos en este material. Y no hay que dejar de utilizarlos por ello, matizan los autores.

Por último, ¿es más caro llevar una vida 'zero waste' ('basura cero')? "No, se ahorra dinero. Los productos a granel o un cepillo de dientes de bambú son más caros, pero [con este estilo de vida] hemos dejado de comprar muchísimas cosas y nos hemos hecho menos consumistas. Haciendo balance general, ahorramos", concluyen en el libro.