Las tragedias indescifrables, como la pérdida de un hijo de forma prematura y seccionada en agónicos capítulos, sitúan a los dioses en la diana de la maldición. Porque en la desesperación y en lo más profundo del creyente, del agnóstico y del ateo, resulta casi inevitable que entre el dolor aflore la oración por un milagro, por la intervención de una fuerza sobrenatural que convenza a la muerte para que cambie de ruta. El pequeño Julen necesitaba varios para salir con vida del pozo al que se precipitó y donde ha estado durante 12 interminables días. Aun así, el cielo se ha convertido en una escupidera, en el cementerio de la fe mientras dure el luto. Sería la reacción natural de toda víctima de una tragedia de semejante tamaño emocional. De sus padres y su familia por encima de cualquier persona; también de gran parte de un país que ha seguido el drama con sincero y masivo interés, que ha ido abrazando al niño hasta hacerlo suyo. Rescatado sin aliento, se ha cortado bruscamente la comunicación con la esperanza.

Julen, sin pretenderlo ni saberlo, deja sin embargo un enorme legado que se eleva sobre esa tierra y esa montaña inhóspitas: cuando dios muere (o duerme), el hombre nace. Su rescate, que era una cuestión de vida o muerte contra el reloj en un contexto inédito por su grado de dificultades naturales y técnicas, ha reunido sin condición los mejores valores del ser humano en un operativo sin precedentes, con profesionales exponiendo sus propias vidas, voluntarios a tiempo completo y un gigantesco despliegue de medios para luchar en una batalla que invitaba a la rendición. La sensación que acude de derrota es tan cierta como inevitable. ¿Cómo decirle al padre y a la madre que su pequeño ha sido autor de un milagro? Esta noche fría y afilada de llantos en Totalán y de abatimiento en el resto de la geografía sentimental, ha sido recogido el cuerpo sin luz de un niño de 2 años. Queda la llama de la respuesta solidaria y ejemplar de la buena gente, de los auténticos dioses que velan por nosotros en la oscuridad, en la aflicción... en las dudas.