Todos los sin papeles de Ceuta han entrado en la ciudad previo pago millonario a las mafias. Además, hasta llegar a España han pasado un calvario. "Los hay que tardan un mes en venir y los hay que tardan cuatro años porque aprovechan para trabajar y ahorrar en países que les pillan de camino", afirma la carmelita Paula Domingo.Los inmigrantes --todos son varones-- están divididos por nacionalidades y apenas se entremezclan. Por un lado, están los originarios de la India y Bangladesh. Luego, los de Argelia. Y, por último, los del Africa subsahariana. Marroquís no hay porque éstos, una vez que alcanzan las costas españolas y son arrestados, son deportados de inmediato. Cada nacionalidad tiene adjudicada

una zona de Ceuta. En el puerto están los argelinos. Una antigua escuela sirve de casa a los subsaharianos. Mientras, los asiáticos malviven en las naves situadas en la barriada del Sardinero.Una vez en la ciudad, el trámite para los sin papeles

es el siguiente. Acuden a la policía y, en la mayoría de los casos, piden la condición de refugiado. Los agentes les toman las huellas y les dan un papel con un sello y un número de identificación. La burocracia es tan pesada que los inmigrantes pueden esperar la respuesta a su solicitud durante tres años. Los asiáticos no piden asilo político ya que en sus países no hay conflictos armados, pero su calvario es similar. Al cabo de un tiempo, la policía les ofrece un folio en el que se dictamina su expulsión. Pero, ¿quién les repatria? "Nadie porque no hay convenios con esos países, así que se van a la península a crear bolsas de marginación", destaca Domingo.