Las parejas tienen varias etapas por las que se debe ir pasando hasta consolidar el cariño, el amor y la confianza mutua. Generan límites saludables, se impulsan en el desarrollo, existe un sentido de justicia y equilibrio y hay una admiración hacia el otro. Las primeras etapas se basan en la pasión y la plenitud, pero las restantes tienen emociones menos extremas que pueden confundirse con el aburrimiento o la pérdida de cariño. Uno de los puntos más notables es el ocio. No se dedica tanto tiempo como antes, las actividades van cambiando y puede, incluso, resultarnos poco estimulante. Sin embargo, es también una fase en la que podemos trabajar.

Aceptar que la pasión se va y que la pareja evoluciona hacia aspectos más profundos nos ayudará a no caer en emociones innecesarias. La tristeza por una pérdida falsa o el miedo por amenazas que no existen son algo que podemos evitar, especialmente si buscamos aquello en lo que sí podemos estar bien y lo potenciamos, como es el ocio con el otro.

SIN SACRIFICIO

En las relaciones de pareja tendemos a confundir sacrificio con esfuerzo o interés. Partimos de modelos anteriores en los que sí había que renunciar a partes de nuestra vida por el otro. Actualmente ni es necesario ni sano. Podemos estar con el otro sin perder nuestra vida, pero sí es conveniente un esfuerzo por integrarlo.

El ocio es una de las bases sobre las que se asienta una relación y también una en las que tiene que haber un esfuerzo mutuo. Los planes ahora son diferentes, puede pasarse menos tiempo con los amigos o en soledad, y se pasa de estar siempre pendiente del otro a algo que puede confundirse con aburrimiento a medida que pasan los meses. Esta pérdida de pasión es normal y necesaria para evolucionar, siempre y cuando no se desatienda por completo el tiempo juntos. Por eso, para reforzar ese ocio en pareja, podemos seguir las siguientes pautas:

1. Tiempo a solas

Para poder sentirnos cómodos con nuestra pareja, tanto en el ocio como en la convivencia, es necesario que haya un tiempo de soledad. Es ahí donde reflexionamos, escuchamos nuestras necesidades o nos oxigenamos. Ese espacio refuerza el disfrute en el tiempo compartido.

2. Equilibrio

Si los planes siempre giran en torno a lo que le gusta solo a un miembro de la pareja, es normal que el otro acabe perdiendo el interés y tenga la sensación de estarse sacrificando. Tiene que existir un claro equilibrio, aunque no sea perfecto, entre lo que le apetece a uno, al otro o a los dos a la vez. El sentido de justicia es una de las seis bases imprescindibles sobre las que se asienta una pareja.

3. Expectativas

Cuando hacemos un plan o preparamos un viaje, siempre volcamos unas expectativas sobre lo bien que vamos a estar o el disfrute que va a haber. El peligro es que las cosas no siempre llegan a estar a la altura de nuestras expectativas, y tampoco es necesario. Simplemente debemos tener la premisa de que saldremos de la rutina, compartiremos tiempo con el otro y habrá un disfrute. Cuando ocurra ya veremos de qué manera.

4. Expresarnos

¿Qué es lo que realmente te apetece hacer? Tanto para disfrutar los dos como para que exista de verdad el equilibrio, también es necesario que expresemos cómo nos sentimos, si estamos cómodos o si nos apetecería hacer otra cosa. No se trata de caer en la queja ni de desvalorizar el esfuerzo del otro, pero sí de mostrar nuestras necesidades de forma asertiva.

Cada pareja necesita su tiempo y su espacio compartido, algo que suele venir de la mano no solo en la convivencia, sino en el ocio o los planes comunes. Es algo que se ve amenazado por la rutina y que pasa a un peligroso segundo plano con el paso del tiempo. Sin embargo, es justo la parte que menos debemos olvidar y que más debemos tratar de cuidar.

* Ángel Rull, psicólogo.