En los momentos de soledad o mediante conversaciones más profundas con nuestros amigos, nos planteamos interrogantes sobre nosotros mismos o sobre nuestro modo de vida. Estas preguntas tienen como fin descubrirnos y seguir creciendo, apoyándose en nuestra autoestima, en cómo nos vemos a nosotros mismos o la imagen que hemos interiorizado y que proyectamos a los demás. Somos más auténticos cuanto más nos acercamos a las respuestas o menos máscaras llevamos. Pero para ello debemos encontrar esas respuestas y buscar la forma de integrarlas en nuestra vida.

Las preguntas poderosas buscan conectar nuestra esencia con nuestra imagen, nuestra rutina diaria o nuestro propósito vital. Las respuestas dependerán del momento en el que nos encontremos, pero siempre habrá puntos comunes, que son a los que están unidos nuestra autoestima. Formularnos las preguntas correctas nos hará reafirmar la identidad y conocernos mejor.

Nuestro motor

Necesitamos encontrar aquellos aspectos a los que queramos orientar nuestra vida y buscar los vínculos con las herramientas que tenemos o los aprendizajes que necesitamos. Las metas, el sentido vital o las relaciones con los demás parten de nuestra autoestima, de cómo nos vemos o de lo que pensamos de nosotros mismos. Si no nos paramos a pensar en ello o no nos formulamos las preguntas adecuadas, si tenemos un pobre conocimiento sobre lo que somos, no sabremos gestionar las emociones o sacar la motivación necesaria para lograr lo que queremos.

Las siguientes preguntas tienen como fin despertar tu conciencia, hacer un balance y saber qué vas a hacer a partir de ahora para sentir una mayor felicidad en tu vida:

1. ¿Cuál es mi fin en la vida y cómo me estoy orientando a ello?

Esta pregunta se relaciona con el propósito vital, con todo aquello que da sentido a lo que hacemos, aportando nuestro pequeño granito de arena en el mundo. Además, pretende hacernos ver si estamos cumpliendo con nuestros valores o con los de los demás.

2. ¿Se acerca lo que ahora hago a lo que quería hacer de pequeño?

No necesariamente significa que ahora tengamos que dejarlo todo y querer ser astronautas, pero sí ver cuáles eran nuestras pasiones, con qué disfrutábamos o cómo imaginábamos nuestra vida de adultos. Si quería pintar, pero ahora me he hecho contable, igual puedo dedicar mi tiempo de ocio a mis pasiones. Esta pregunta nos conecta con lo que de verdad nos hace disfrutar, no con nuestras responsabilidades de adultos.

3. Si tuviera que reducir mis relaciones, mis objetos o mis rutinas a la mitad, ¿qué descartaría y con qué me quedaría?

Una vida sin tantas posesiones, sin relaciones tóxicas, sin llenar vacíos con objetos o responsabilidades autoimpuestas, es una vida mucho más plena. Es momento de desprendernos de todo aquello que solo nos resta en nuestro camino al bienestar.

4. ¿Estoy cerca de alcanzar mis sueños?

Partamos de la premisa de que sabemos lo que nos gustaría hacer o haber hecho en nuestra vida, de las relaciones que nos gustaría tener o del trabajo que nos haría felices. Si estamos en el camino correcto, seguiremos por ahí. Sino es momento de ver qué nos aleja de ello y buscar la forma de acercarnos.

Cada pregunta implica una larga reflexión, una valoración de todo el camino andado, ver si estamos haciendo lo correcto o nos hemos desviado de nuestros propósitos vitales. Sacude nuestra consciencia y puede devolvernos lo que estábamos perdiendo, el seguir nuestros sueños. Es momento de tomarse un tiempo para hacerse esas preguntas y encontrar las respuestas adecuadas.

* Ángel Rull, psicólogo.