Cada semana, tres o cuatro menores de edad españoles se graban vídeos desnudos o abiertamente sexuales y los cuelgan en redes sociales, según los datos de la Policía Nacional. David Reguero, oficial del Grupo de Protección al Menor, es uno de los agentes que analizan esos vídeos y advierten a los padres de lo que ha ocurrido y deben hacer desde entonces. El policía ofrece a EL PERIÓDICO algunos consejos y desmonta tópicos para evitar que suceda o, al menos, reducir los daños si finalmente ha ocurrido.

«En la mayoría de los casos que estamos viendo, los padres de estos niños no son ajenos a internet ni se despreocupan por sus hijos. Al contrario, son adultos que conocen las redes y sus riesgos». Aun así, sus hijos e hijas han grabado vídeos desnudos o sexuales, casi siempre en casa, en su habitación, a pocos metros de sus padres.

«Sabemos que hay presión de los amigos y compañeros de clase, pero no hay que dar un teléfono móvil a un niño de diez u once años», explica este policía experto en protección al menor. «Si les damos un móvil y la wifi de casa, no podemos estar encima de ellos las 24 horas», subraya, «los niños no son tontos y hemos visto que algunos, por ejemplo, instalan y desinstalan aplicaciones como Twitter cada día, antes de que sus madres revisen sus teléfonos».

Este policía ha visto imágenes de niños de seis años grabándose y subiendo vídeos a Youtube, de niñas simulando masturbaciones o imitando poses extremadamante sexuales, pornográficas. Afirma que «Youtube puede ser peligroso para los niños. Al abrir la aplicación, lo primero que ellos ven es la opción de «grabar». Basta con que le den a un botón. Luego, cuando termina la grabación del vídeo, aparece «envíar». Otro clic. Y ya están desnudos en las redes, para siempre».

Aguantar la presión

Reguero recomienda utilizar Youtube Kids, aunque admite que «ahí no hay opción para grabarse vídeos, no hay youtubers famosos, los niños nos dirán que es un rollo, pero tenemos que aguantar esa presión».

Este policía, padre de niños pequeños, recuerda que Facebook e Instagram exigen 14 años para poder entrar en ellos; Twitter y Whatsapp, uno menos. Y sugiere que, «llegado el momento, primero demos al niño la posibilidad de usar Whatsapp, lo ideal sería esperar a que tenga 13 años. Que le exijamos que hable solo con amigos y revisemos el teléfono cada día. Que le expliquemos que si alguien a quien no ha visto físicamente le está escribiendo mensajes, nos lo debe decir siempre. Si no acepta esa norma, no hay teléfono ni Whatsapp», concluye. Más tarde, ya más formados y con más edad, podrán navegar por otras plataformas de aguas más turbulentas.

El policía afirma que no se trata de generar «miedo» contra las redes, pero sí conocer los riesgos. «Un vídeo que entra en internet no desaparecerá jamás. Volverá a aparecer dentro de 15 o 30 años, quizás desde Australia, quizás desde Filipinas». Por eso, advierte del riesgo, casi siempre para las chicas de trece a quice años. «Entonces empiezan a tener novietes, viven el amor que creen que va a ser para siempre de una forma apasionada. Sus chicos les piden fotos en bikini o ya sin la parte de arriba... Se la mandan. Luego, es la vida, se enfadan o se separan. Si el chico es buena gente, esa foto quedará olvidada y la borrará. Pero si no, pueden pedirle más o acabar circulando por los grupos de Whatsapp de todo el colegio o del equipo de fútbol».

El oficial Reguero ha hablado con muchas niñas que han sufrido ese chantaje, conocido como grooming. Y siempre les da el mismo consejo: «Por mucho que quieras a ese chico, no le mandes fotos ni vídeos así; si lo haces, te quedas desnuda para siempre».

Si finalmente las chicas han grabado vídeos o han caído en alguna trampa, este oficial de policía apunta cómo se debe proceder. «En el Grupo de Protección al Menor siempre les explicamos a los padres que no deben enfadarse con sus hijos. Ellos y ellas ya pasan suficiente vergüenza y tristeza. Hay que hablar con ellos, dedicarles tiempo, tanto tiempo al menos como el que ellos van a dedicar al teléfono móvil», concluye. Desde el Grupo de Protección al Menor atienden a víctimas tanto de maltrato físico como psicológico.