Corren malos tiempos para The New York Times . Peores, casi imposible. Cinco semanas después de que dimitiera Jayson Blair --el reportero que abrió una crisis en el diario tras comprobarse que había plagiado o inventado información en al menos 36 artículos--, el director del rotativo, Howell Raines, y el director adjunto, Gerald Boyd, anunciaron ayer su renuncia. El predecesor de Raines, Joseph Lelyveld, fue nombrado director en funciones del emblemático periódico, que se enfrenta a uno de los momentos más duros de sus casi 152 años de historia.

El caso Blair supuso un mazazo a la credibilidad del Times , que el 11 de mayo, en un inusitado mea culpa , publicó cuatro páginas dando cuenta de todas las malas prácticas del periodista, un joven negro de 27 años de cuya dudosa profesionalidad ya habían alertado varios miembros de la redacción.

La tormenta se desató tres días después, cuando en una reunión con los empleados se escucharon acusaciones de autocracia y favoritismo, elementos que habían permitido que Blair llegara a la sección de nacional. La diana de esas críticas era la cúpula y, en particular, Raines. El hombre que llegó a la dirección poco antes del 11 de septiembre del 2001 y que logró en su primer año siete premios Pulitzer para el diario reconoció que la imagen que se tenía de él era la de un director "arrogante e innacesible".

Mientras en la redacción y en el resto de los medios la polémica crecía, llegó otro mazazo. Rick Bragg, un redactor galardonado con un Pulitzer, fue suspendido al comprobarse que firmó una información elaborada en gran parte gracias al trabajo de un colaborador.

Boyd y Raines --ganador en 1992 de un Pulitzer y jefe de las páginas de opinión durante ocho años-- anunciaron su dimisión, que aceptó Arthur Sulzberger Jr, editor del diario. La CNN recibió ayer un mensaje firmado por Blair. "Lamento oír que más gente ha caído en esta secuencia de acontecimientos que yo desaté. Ojalá la mía hubiera sido la última cabeza en rodar".