La edición genética para fines reproductivos se está convirtiendo poco a poco en una realidad. Este mismo jueves se ha publicado que gracias a esta técnica se ha logrado que parejas de ratones del mismo sexo tuvieran hijos biológicos. Un importante avance que, en un futuro más o menos lejano, podría empezar a experimentarse en otras especies hasta llegar a los humanos. Pero antes de llegar a ese punto, estas técnicas deberán enfrentarse a importantes obstáculos científicos y éticos para garantizar su viabilidad. Qué ocurriría si empezáramos a utilizar esta técnica en personas?

Para empezar, como ocurre con tantas otras tecnologías todavía en fase de desarrollo, en el caso de la edición genética no podemos garantizar que lo que ha funcionado en ratones de laboratorio también pueda funcionar en humanos. Y, aún si se lograra implementar con éxito de una especie a otra, seguiría existiendo la preocupación de hasta qué punto es posible garantizar a corto y largo plazo la salud de los niños y niñas engendrados con estos procedimientos. De ahí que gran parte de estos estudios científicos se vayan apoyando en disciplinas como la bioética para discutir las posibles implicaciones de sus avances.

Hijos biológicos

Pero más allá de estos obstáculos científicos, el gran debate alrededor de estas técnicas es principalmente ético. Sí, la edición genética podría contribuir a que en un futuro las parejas del mismo sexo, y en general todas las personas que así lo deseen, puedan tener descendencia biológica. Según explica la filósofa moral Catia Faria (Universidad de Minho, Portugal), este proceso podría contribuir a "revertir el concepto de infertilidad" y "neutralizar las desigualdades naturales y sociales entre los individuos".

Pero por otro lado, Faria añade: "Curiosamente, este desafío también puede ser entendido de una forma muy distinta: al privilegiar las conexiones genéticas por encima de otras formas de parentesco, estas técnicas podrían terminar perpetuando los valores hetero-normativos". Siguiendo con estas posibles implicaciones, Fario añade: "La decisión de usar o no estas tecnologías estará evidentemente condicionada por aspectos socioeconómicos, por lo que también presenta un gran potencial para exacerbar las desigualdades sociales ya existentes".

Experimentación animal

"También es importante remarcar un aspecto normalmente ignorado en la ecuación: el impacto de la tecnología en los demás animales de otras especies, en particular, en aquellos que son utilizados en los numerosos experimentos necesarios para determinar la viabilidad y eficacia de una tecnología", reflexiona Faro.

En este mismo sentido, Núria Almirón, codirectora del Centre for Animal Ethics de la Universitat Pompeu Fabra, reflexiona: "De verdad vale la pena hacer sufrir un animal sin que tengamos ninguna garantía de que esto pueda servir de algo?". Según explica la investigadora, la Unión Europea y particularmente España son regiones pioneras en cuanto a protocolos para evitar el sufrimiento de los animales durante los experimentos científicos. "Y aún así no tenemos garantías de que los animales no están sufriendo de manera innecesaria para la investigación", añade Almirón.

Por otro lado, la investigadora recuerda que en otros lugares del mundo este tipo de experimentos se llevan a cabo sin salvaguardar el bienestar de los animales. "El problema viene cuando el único objetivo es el progreso, por lo que todo debate ético es eliminado con tal de conseguir colgarse la medalla de un avance científico", concluye Almirón.