Un tren de la línea R4 del servicio catalán de Cercanías descarriló ayer a las 6.15 horas de la mañana con 133 pasajeros a bordo que realizaban el trayecto entre Manresa y Sant Vicenç de Calders. En el accidente, acontecido cuando el convoy pasaba por Vacarisses (Barcelona) por culpa del derrumbamiento de un muro de piedra contra el que ha chocado el ferrocarril, falleció un hombre de 36 años, un vecino de Castellbell i el Vilar que viajaba en los vagones delanteros, y resultaron heridas de poca gravedad 5 personas y atendidas por contusiones leves 44 más.

El maquinista, al tomar una curva leve hacia la izquierda por debajo de la carretera C-58, divisó un montón de tierra en la vía procedente de un talud que había cedido -probablemente- a causa de las lluvias de los últimos días y activó el freno de emergencia del tren, según confirmó Renfe. Sin embargo, ya no era posible detener su marcha e impactó contra las rocas.

Gabriel de Toro y José Santín, dos compañeros de trabajo que iban en el primer vagón y que resultaron heridos leves, vivieron el accidente «con mucho miedo», según recoge la agencia Efe. «Era como si nos matáramos. Una de las puertas del vagón ha salido volando». «El maquinista -ratificó De Toro- dio un frenazo de golpe, la gente se ha caído encima de nosotros, han saltado los motores del aire acondicionado, las puertas… Un disparate». El mismo pasajero añadió que en este punto se producen «desprendimientos a menudo y las autoridades pertinentes deberían tomar medidas, poner redes y hacerlo mejor». Este es el cuarto desprendimiento en este tramo de vía, con taludes de arcillas sueltas que se degradan fácilmente por las lluvias y requieren un mantenimiento constante, después de los registrados en 1991, 2009 y 2011.

Adif, órgano perteneciente al Ministerio de Fomento y responsable de esta infraestructura por la que circulan los trenes de Cercanías -gestionados por la Generalitat y operados por Renfe-, ha abierto una investigación para averiguar qué ha provocado el desprendimiento del muro y la eficacia de las medidas tomadas en años anteriores. El pasado jueves un maquinista grabó con su móvil cómo el agua caía a raudales junto en ese punto, donde la carretera cruza sobre la vía y desde la cual se desagua el agua de las precipitaciones. En los últimos días han caído 94 litros por metro cuadrado en la zona. Según Isabel Pardo, presidenta de Adif, técnicos de la compañía revisaron el talud el lunes. Tras las lluvias, sin encontrar problemas. Se trata de un muro centenario -«con mucha edad»- que es objeto de «un plan de vigilancia especial» y en el que en el 2017 se colocaron «una valla y una malla de contención».

El accidente, en cualquier caso, reabre el debate sobre la falta de mantenimiento de una estructura estatal como son las vías de trenes. Del plan de 300 millones en inversiones para Cercanías entre el 2014 y el 2016, se ejecutó solo el 8,4%. El sindicato CCOO denunció en un informe presentado en septiembre la diferencia entre las inversiones prometidas y las aplicadas en el Plan de cercanías 2008-2015. De los 4.000 millones previstos, únicamente 480, el 12%, se materializaron.

Elministro de Fomento, José Luis Ábalos, señaló que la zona del corrimiento de tierra estaba protegida por una red de contención, «pero las lluvias han hecho que la malla no aguantara».

SIN PUERTAS / Tras el impacto del tren contra las piedras desprendidas, acabó descarrilando y las ruedas de su costado derecho se hundieron en una cavidad abierta entre la vía y la pared lateral para desaguar la estructura. Décimas de segundo más tarde, la cabina del maquinista impactaba con ese muro derecho. El choque provocó que varias puertas de los vagones delanteros saltaran por los aires. Por una de esas puertas habría salido despedida la víctima mortal. Posiblemente este hombre se encontraba de pie en el instante en que se produjo el choque. Cuando los equipos de rescate accedieron al lugar del accidente, se encontraron con el cuerpo del hombre cerca del vagón del maquinista, a escasos metros del convoy, tendido en el suelo. Algunos pasajeros tuvieron que forzar las puertas para salir al exterior, al no haber electricidad.